Title: El lindo don Diego
Comedia
Author: Agustín Moreto
Release date: June 12, 2025 [eBook #76276]
Language: Spanish
Original publication: Madrid: CALPE, 1920
Credits: Ramón Pajares Box. (This book was produced from images generously made available by The Internet Archive / Fons S. Gili Gaya / Universitat de Lleida.)
Nota de transcripción
p. 1
COLECCIÓN UNIVERSAL
Agustín Moreto
EL LINDO DON DIEGO
COMEDIA
MCMXX
p. 2
ES PROPIEDAD
Copyright by Calpe, 1920.
Papel fabricado especialmente por La Papelera Española.
p. 3
COLECCIÓN UNIVERSAL
AGUSTÍN MORETO
El lindo don Diego
COMEDIA
MADRID-BARCELONA
MCMXX
p. 4
«Tipográfica Renovación» (C. A.), Larra, 8.—MADRID.
p. 5Nació don Agustín Moreto y Cavaña en Madrid, en 1618. Hijo de padres ricos, dedicados, según parece, al comercio de prendería; estudió en la Universidad de Alcalá, obteniendo en ella el grado de licenciado en Artes. Luego tomó las órdenes menores, y consiguió un beneficio, sobre el cual sostuvo pleito, que terminó en avenencia. Residió de continuo en Madrid entre 1642-1656, época en que comienza a darse a conocer como escritor de comedias. Entró al servicio del arzobispo de Toledo, don Baltasar de Moscoso, quien le hizo director del hospital del Refugio o de San Nicolás. Allí tenía Moreto habitación; en ella murió en 1669.
Su obra, como su vida, fue tranquila y reposada, sin grandes tumultos de imaginación; pero sobresale por la exquisitez, la distinción, la tersura de las comedias que compuso. Su versificación es suelta, y sin violencia se deslizan sus versos, en el tono llano del diálogo vivido.
Ocupa Moreto un lugar preeminente entre los dramaturgos españoles, sobre todo por su arte de dibujar caracteres y de combinar hábilmente las intrigas con naturalidad, sin artificio ni violencia.
Ha sido Moreto acusado con frecuencia de plagiario. Se citan comedias suyas cuya idea y argumentop. 6 provienen de otras obras anteriores. Pero sobre este punto precisa entenderse. No hay, acaso, ni uno solo de nuestros grandes comediógrafos que no haya tomado a manos llenas del cercado ajeno cuando así le convenía. Este hecho, ¿constituye plagio? ¿No recibe el asunto al ser tratado de nuevo un sentido original, una nueva interpretación, un aliento artístico inédito? ¿Puede decirse que Racine haya plagiado a Eurípides, o Virgilio a Homero? Si comparamos las mejores comedias de Moreto —El lindo don Diego y El desdén con el desdén— con las que se citan de Guillén de Castro, de Tirso, de Lope, como fuentes en donde Moreto ha bebido, advertimos al instante la enorme superioridad de este sobre sus modelos. Ha tomado el asunto, pero resulta él ahora más verdaderamente creador que los que concibieron la primera idea. Conviene en literatura, antes de acusar a nadie de plagio, estimar justamente el valor de la sugestión recibida y de la realización propia original.
Las mejores comedias de Moreto son, además de las citadas, El parecido en la corte, El caballero, Yo por vos y vos por otro, Trampa adelante. Escribió muchas más, de inferior estimación.
p. 7
EL LINDO DON DIEGO
Sala en casa de don Tello.
Sale don Tello, viejo, y don Juan, galán.
Don Tello
Quiera Dios, señor don Juan,
que volváis muy felizmente.
p. 8Don Juan
Breves los días de ausente,
señor don Tello, serán;
pues llegar de aquí a Granada
ha de ser mi detención.
Don Tello
La precisa ocupación
de ser hora señalada
esta de estar esperando
dos sobrinos, que han venido
de Burgos, la causa ha sido
de no iros acompañando
hasta salir de Madrid;
que mi amistad no sufriera,
si este empeño no tuviera,
dejar de hacerlo.
Don Juan
Asistid,
señor don Tello, a un empeño
tan de vuestra obligación;
que yo estimo la atención.
Don Tello
Vos de la mía sois dueño;
que el hacer juntos pasaje
los dos de Méjico a España,
hace amistad tan extraña,
que el cariño de un viaje
casi es deudo; y más ahora,
p. 9que mi obligación confiesa
favor tanto a la condesa,
vuestra prima y mi señora.
Y pues ha de ser tan breve
vuestra ausencia, hasta volver,
las bodas no se han de hacer.
Don Juan
¿Qué bodas?
Don Tello
De todo debe
daros cuenta mi atención.
Los dos sobrinos que espero
con mis hijas casar quiero.
Don Juan
(Aparte).
¡Cielos! ¿Qué escucho?—
Don Tello
Ellos son
don Mendo y don Diego. A Mendo,
hijo de hermana menor,
le quiero dar a Leonor;
y a Inés, en quien yo pretendo
fundar de mi honor la basa,
para don Diego la elijo,
porque de mi hermano es hijo
y cabeza de mi casa.
Su gala y su bizarría
p. 10es cosa de admiración;
de Burgos es el blasón.
Don Juan
(Aparte).
¡Ay de la esperanza mía!
¡Ay, Inés, qué bien se advierte
que, de traición prevenida,
me has encubierto esta herida
para lograrme esta muerte!
Don Tello
¿Qué decís, don Juan?
Don Juan
Que apruebo
vuestros justos regocijos.
Don Tello
Voy a esperar a mis hijos,
que ya este nombre les debo.
Adiós, don Juan.
Don Juan
Él os guarde.
Don Tello
Y a vos os vuelva con bien.
(Vase).
Don Juan.
Don Juan
Amor, el golpe detén,
que contra la vida es tarde.
Ya con tan cruel herida
mi amor no puede vivir;
pues ¿qué falta por morir,
si era amor toda mi vida?
¡Ay, fe muerta a una mudanza!
¿Cómo pudo, aunque se ve,
ser tan segura una fe
puesta en tan falsa esperanza?
¡Ah, Inés! ¿Para mi partida
me reservaste este daño?
Pero ¿cuándo un desengaño
no viene a la despedida?
Pues diré a voces aquí
mis ansias y mis desvelos,
y me quejaré a los cielos
para quejarme de ti.
Culpen, pues, tu tiranía
sus luces y sus estrellas;
pero ¿qué han de culpar ellas,
si entre ellas está la mía?
Sale Doña Inés.
Doña Inés
Don Juan, ¿qué es esto? ¿Tú voces,
tú quejas y tú suspiros,
cuando de tu ausencia está
tan cercano mi peligro?
Esperando que se fuese
mi padre, me dio el aviso
tu voz de que estabas solo;
y cuando salgo, te miro
triste, enojado y quejoso.
¿Qué ha sido la causa? Dilo,
señor; que es cruel la duda.
Don Juan
Pues ¿tú, ingrato dueño mío,
por la causa me preguntas?
¿Tú, que eres della el principio,
dudas la razón que tengo
para llorar tus desvíos?
No has de preguntar la causa,
sino si yo lo he sabido;
y entonces te respondiera
mi amor, aunque muerto, fino,
que ya he sabido tu engaño,
que ya tu traición he visto;
y que mi loca esperanza
fue de viento, y la deshizo
p. 13el viento que la formaba,
como luz de rayos tibios,
que de un suspiro se enciende
y muere de otro suspiro.
Doña Inés
Don Juan, señor, ¿con quién hablas?
Que de tan bastardo estilo
no puedo ser el sujeto.
¿Tú traición, tú engaño has visto?
No sé, por Dios, lo que dices,
y turbada te replico;
que aunque no tenga razón
tu queja, que no averiguo,
tu tan horroroso estruendo,
para turbar basta el ruido.
Don Juan
¿No tiene razón mi queja?
¡Pluguiera al cielo divino
que yo comprara mi engaño
a precio de ese delito!
Pero mira si la tiene,
pues ya supe, dueño esquivo,
que estás casada, y tu padre
esperando a sus sobrinos,
que han de ser los dos dichosos
a costa de mi martirio;
con Leonor, tu hermana, el uno;
y el otro, ¡ay de mí!, contigo.
Don Diego, Inés, es tu dueño;
p. 14claro está que será digno,
tanto como por tu sangre,
por haberte merecido.
Ya halló ocasión tu entereza
de disfrazar sus cariños,
dando en agrados de esposo
envuelto el nombre de primo.
De tu elección no me quejo;
pero ¿qué triunfo has tenido
en que muera de agraviado
quien pudo morir de fino?
¿Para qué ha sido engañarme?
¿Para qué alentarme ha sido?
Tu rigor...
Doña Inés
Don Juan, detente.
¿Qué don Diego, qué sobrinos,
qué casamientos son estos?
¿Quién ese engaño te ha dicho?
Porque no solo es engaño,
mas ni aun yo de él tengo indicio
que llegue a más que saber
que son esos dos mis primos,
que mi padre hoy los espera,
que de Burgos han venido;
mas a casarse no sé,
si no es que tú hallas camino
de que, sin saberlo yo,
pueda casarse conmigo.
p. 15Don Juan
Pues ¿esto puede ser falso
cuando tu padre lo ha dicho,
o, siendo tú su hija, puedes
ignorarle este disinio?
Yo, Inés, había deseado,
reconociendo el estilo
de las mujeres, saber
si habrá caso tan preciso
o tan claro desengaño,
donde alguna se haya visto,
sin tener qué responder,
concluida en su delito.
Pero, pues tú hallas en esto
a tu disculpa resquicio,
de que no le puede haber,
me doy, Inés, a partido.
Pero, ¡vive Dios!, tirana,
que no ha de lograr conmigo
tu traición sus agudezas;
y si era el intento mío
partirme para volver
en alas de mi cariño,
ha de ser ahora alejarme
de tu mentiroso hechizo;
tanto, que en mi larga ausencia,
llegue a encontrar el olvido.
A esto voy, y ¡qué mal voy!;
pues si te dejo rendido,
a ti te logro el deseo
y a mí me doy el castigo.
p. 16Mas tendré, muriendo, el gozo
de saber en mi martirio
que eres tú la que me mata,
pero yo el que me retiro.
No has de lograr la traición,
huyendo yo mi peligro,
pues por malograrte el rayo
voy a morir del aviso.
Doña Inés
Don Juan, señor, oye, espera.
Sale Leonor.
Doña Leonor
Inés, hermana, ¿qué miro?
¿Tú descompuesta? ¿Qué es esto?
Doña Inés
Esto es, Leonor, un delirio:
decir don Juan que mi padre
que estoy casada le ha dicho,
y que esposos de las dos
vienen a ser nuestros primos.
Doña Leonor
Pues, Inés, dice verdad,
porque él ahora me dijo
p. 17que prevenidas estemos,
porque él va por sus sobrinos,
que han de ser nuestros esposos;
y que por cierto motivo
que ha importado a su atención,
nos ha callado este aviso.
Doña Inés
¡Ay de mí! Leonor, ¿qué dices,
que ya te oigo sin sentido?
Don Juan
Mira, Inés, si fue verdad
mi temor.
Doña Inés
Mas ya has oído
cómo pude yo ignorarlo.
Don Juan
Pues ¿qué importa al temor mío?
Erré en culpar tu fineza,
mas no en temer mi peligro;
¿cómo se excusa mi muerte,
si ya perderte imagino?
Doña Inés
No sé, don Juan; que si es cierto,
como en mi mal lo colijo,
yo replicar a mi padre
podré, mas no resistillo.
p. 18Don Juan
Luego ¿es preciso morir?
Doña Leonor
No, don Juan, no es tan preciso;
que en la elección del estado
dan fuero humano y divino
la proposición al padre
y la aceptación al hijo.
Las dos, don Juan, nos casamos,
aunque él nos busque el marido;
que la elección no ha de ser
de quien no fuere el peligro.
El riesgo de un casamiento,
que si se yerra es martirio,
ha de ser el escogello
de quien se obliga a sufrillo.
Siendo esto cierto, ¿qué temes
de que él tenga ese disinio?
¿Se ha casado alguna dama
con el sí que el padre dijo?
Y esto no es darte a entender
que podrá nuestro albedrío
oponerse a su precepto,
porque si él lo ha concluido,
no hay resistencia en nosotras;
pero, cuando sabe él mismo
que nuestras dos voluntades
penden solo de su arbitrio,
no es posible que una acción,
que es tan de nuestro albedrío,
p. 19la resuelva su decreto
sin lograrnos el aviso.
Don Juan
Pues ¿qué puede ser, Inés,
haberme tu padre dicho
que ya estáis las dos casadas?
Doña Inés
Tener él ese disinio
y queremos proponer
para esposos nuestros primos;
mas si él ya no lo ha resuelto,
como mi hermana te ha dicho,
cuanto está en mi voluntad,
está, don Juan, sin peligro.
Doña Leonor
Inés, mira que es forzoso
que vamos a prevenirnos.
Doña Inés
¡Ay, Leonor! ¿Cómo podremos
hallar las dos un camino
de parecerlos muy mal?
Doña Leonor
Apelar al artificio;
mucho moño y arracadas,
valona de cañutillos,
mucha color, mucho afeite,
p. 20mucho lazo, mucho rizo,
y verás qué mala estás;
porque yo, según me he visto,
nunca saco peor cara
que con muchos atavíos.
Doña Inés
Tienes buen gusto, Leonora;
que es el demasiado aliño
confusión de la hermosura
y embarazo para el brío.
Sale Mosquito.
Mosquito
¡Jesús, Jesús! Dadme albricias.
Doña Leonor
¿De qué las pides, Mosquito?
Mosquito
De haber visto a vuestros novios;
que apenas el viejo hoy dijo
la sobriniboda, cuando
partí como un hipogrifo;
fui, vi y vencí mi deseo,
y vi vuestro par de primos.
p. 21Doña Leonor
Y ¿cómo son?
Mosquito
Hombres son.
Doña Leonor
Siempre estás de un humor mismo;
pues ¿podían no ser hombres?
Mosquito
Bien podían ser borricos;
que en trajes de hombre hay hartos.
Doña Leonor
Y ¿cómo te han parecido?
Mosquito
El don Mendo —que es el tuyo—,
galán, discreto, advertido,
cortés, modesto y afable;
menos algún revoltillo
que se le irá descubriendo
con el uso de marido.
Doña Leonor
Si él es tan afable,
casado será lo mismo.
Mosquito
Eso no, que suelen ser
como espadas los maridos,
p. 22que en la tienda están derechas,
y comprándolas sin vicio,
en el primer lance salen
con más corcova que un cinco.
Doña Inés
¿Y don Diego?
Mosquito
Ese es un cuento
sin fin, pero con principio;
que es lindo el don Diego y tiene
más que de Diego de lindo.
Él es tan rara persona,
que, como se anda vestido,
puede en una mojiganga
ser figura de capricho.
Que él es muy gran marinero
se ve en su talle y su brío,
porque el arte suyo es arte
de marear los sentidos.
Tan ajustado se viste,
que al andar sale de quicio,
porque anda descoyuntado
del tormento del vestido.
De curioso y aseado
tiene bastantes indicios;
porque, aunque de traje no,
de sangre y bolsa es muy limpio.
En el discurso parece
ateísta, y lo colijo
p. 23de que, según él discurre,
no espera el día del juicio.
A dos palabras que hable
le entenderás todo el hilo
del talento, que él es necio,
pero muy bien entendido.
Y porque mejor te informes
de quién es y de su estilo,
te pintaré la mañana
que con él hoy he tenido.
Yo entré allá, y le vi en la cama,
de la frente al colodrillo
ceñido de un tocador,
que pensé que era judío.
Era el cabello, hecho trenzas,
crin de caballo morcillo,
aunque la comparación de
rocín a ruin ha ido.
Con su bigotera puesta
estaba el mozo jarifo,
como mulo de arriero
con jáquima de camino;
las manos, en unos guantes
de perro, que por aviso
del uso de los que da
las aforra de su oficio.
Deste modo, de la cama
salió a vestirse a las cinco,
y en ajustarse las ligas
llegó a las ocho de un giro.
Tomó el peine y el espejo,
p. 24y en memoria de Narciso
le dio las once en la luna;
y en daga y espada y tiros,
capa, vueltas y valona,
dio las dos, y después dijo:
«Dios me vuelva a Burgos, donde
sin ir a visitas vivo,
que para mí es una muerte
cuando de priesa me visto.
Mozo, ¿dónde habrá ahora misa?».
Y el mozo, humilde, le dijo:
«A las dos dadas, señor,
no hay misa sino en el libro».
Y él respondió muy contento:
«No importa, que yo he cumplido
con hacer la diligencia.
Vamos a ver a mi tío».
Este es el novio, señora,
que de Burgos te ha venido;
tal que primero que al novio
esperara yo a un novillo.
Doña Inés
¡Ay, don Juan! Con estas nuevas
es menos ya el temor mío,
pues mi padre no es posible
que me entregue a este martirio.
Don Juan
Inés, por cualquiera parte
crece el temor y el peligro;
p. 25no es nuevo ser tú mi vida,
y ya en tus labios la miro.
Doña Inés
Vete, don Juan, que es forzoso
ir las dos a prevenirnos.
Don Juan
Ya no es posible ausentarme.
Doña Inés
Albricias doy al peligro;
mas ¿cómo, si de mi padre
ya has quedado despedido?
Don Juan
Fingiré algún embarazo.
Doña Inés
¿Y lograrasme un alivio?
Don Juan
A eso voy.
Doña Inés
¡Guárdete el cielo!
Don Juan
Guárdeste tú, que es lo mismo.
p. 26Mosquito
¡Ah, señor don Juan!
Don Juan
¿Qué quieres?
Mosquito
Tres portes de papelillos,
que, a doblón, montan...
Don Juan
Ve a casa
y llevarás un vestido.
(Vase).
Doña Leonor, doña Inés, Mosquito.
Mosquito
Pues si él ha de ser llevado,
no me le dé usted traído.
Doña Inés
Vamos, Leonor.
Mosquito
¡Ah, señora!
p. 27Doña Inés
¿Qué dices?
Mosquito
Tengo contigo
una intercesión y un ruego;
y aunque con sol tan divino
es osadía, me atrevo
a título de Mosquito.
Doña Inés
¿Qué es lo que quieres?
Mosquito
Beatriz,
después que la has despedido,
anda pidiendo limosna.
Doña Inés
Pues si mi padre lo hizo,
¿qué puedo yo remediar?
Mosquito
Ese es rigor.
Doña Inés
Mas no mío.
Mosquito
Pues pide, dale, que es pobre.
p. 28Doña Inés
¿Qué la he de dar?
Mosquito
Un recibo,
y vuelva a servirte a casa,
pues ya llora el pan perdido.
Doña Inés
Espero hoy otra criada.
Mosquito
No la llegará al tobillo
ninguna de cuantas vengan.
Doña Inés
¿Por qué no?
Mosquito
Eso ¿no está visto?
Ella es golosa, chismosa,
respondona y alza el grito,
ventanera, y todo el día
gasta en tratar de su aliño.
Pues, ¿dónde has de hallar criada
que cumpla más con su oficio?
Doña Inés
Porque se ha criado en casa
siento haberla despedido;
p. 29mas como ella, por ahora,
quiera estarse en mi retiro
sin que la vea mi padre,
la recibiré.
Mosquito
¡Ah, Dios mío,
lo que hace un buen abogado!
Doña Inés
Dila que venga, Mosquito.
Doña Leonor
Y entre sin verla mi padre.
Mosquito
¿Y si está aquí?
Doña Inés
Entre contigo.
(Vanse).
Mosquito, Beatriz.
Mosquito
Vitoria por mis camisas.—
¡Ah, Beatricilla!
(Sale Beatriz).
p. 30Beatriz
¿Qué ha habido?
Mosquito
Que estás recibida ya.
Beatriz
¿Qué dices?
Mosquito
Que Tito Livio
no pudo hablar en tu abono
como yo de tu servicio.
Ponderé aquí tus labores,
tu cuidado y tu buen pico,
y hace tanto un buen tercero,
que te recibió al proviso.[1]
[1] Pronto.
Beatriz
Siempre conocí yo en ti
tu buena intención, Mosquito.
Mosquito
Mira, yo, naturalmente,
hablo bien de mis amigos.
Beatriz
Seré tuya eternamente.
p. 31Mosquito
Mas ya que te han recibido,
no me des carta de pago.
Beatriz
Tú verás si es mi amor fino.
Mosquito
Toca esos huesos y vamos.
Beatriz
Toco y taño.
Mosquito
Salto y brinco.
Beatriz
Y ¿esto ha de pasar de aquí?
Mosquito
¡No, sino amarnos de vicio!
Beatriz
Pues querernos en silencio.
Mosquito
No podré, siendo Mosquito.
Beatriz
¿Por qué no?
p. 32Mosquito
Porque los moscos,
para picar, hacen ruido.
(Vanse).
Sala en la posada de don Diego y don Mendo.
Salen dos criados con dos espejos, y don Diego y don Mendo.
Don Diego
Poneos los dos enfrente,
porque me mire mejor.
Don Mendo
Don Diego, tanto primor
es ya estilo impertinente.
Si todo el día se asea
vuestra prolija porfía,
¿cómo os puede quedar día
para que la gente os vea?
Don Diego
Don Mendo, vos sois extraño;
yo rindo, con salir bien,
en una hora que me ven,
más que vos en todo el año.
Vos, que no tan bien formado
os veis como yo me veo,
p. 33no os tardáis en vuestro aseo,
porque es tiempo mal gastado.
Mas si veis la perfección
que Dios me dio sin tramoya,
¿queréis que trate esta joya
con menos estimación?
¿Veis este cuidado vos?
Pues es virtud más que aseo,
porque siempre que me veo
me admiro y alabo a Dios.
Al mirarme todo entero,
tan bien labrado y pulido,
mil veces he presumido
que era mi padre tornero.
La dama bizarra y bella
que rinde el que más regala,
la arrastro yo con mi gala;
pues dejadme cuidar della.
Y vos, que vais a otros fines,
vestíos de priesa, yo no,
que no me he de vestir yo
como frailes a maitines.
Don Mendo
Si lo hacéis con ese fin,
¿qué dama hay que os quiera bien?
Don Diego
Cuantas veo, si me ven,
porque en viéndome dan fin.
p. 34Don Mendo
¡Que lleguéis a imaginar
locura tan conocida!
¿Habéis visto en vuestra vida
mujer que os venga a buscar?
Don Diego
Eso consiste en mis tretas,
que yo a las necias no miro;
y en las que yo logro el tiro
sufren, como son discretas.
Y aunque las mueva su fuego
a hablar, callarán también,
porque ven que mi desdén
ha de despreciar su ruego.
Don Mendo
¿Vos desdén? Tema graciosa.
Don Diego
Pues ¿queréis que me avasalle,
fácil yo, con este talle?
No me faltaba otra cosa.
Don Mendo
Mirad que eso es bobería
de vuestra imaginación.
Don Diego
No paso yo por balcón
p. 35donde no haga batería;[2]
pues al pasar por las rejas
donde voy logrando tiros,
sordo estoy de los suspiros
que me dan por las orejas.
[2] Estragos.
Don Mendo
Vive Dios que eso es manía
que tenéis.
Don Diego
Mujer sé yo
que dos veces se sangró
por haberme visto un día.
Don Mendo
Yo desengañaros quiero.
Don Diego
¿Cómo?
Don Mendo
Que a una dama vamos
a festejar, y veamos
a cuál se rinde primero.
Don Diego
Pues ¿no tenemos aquí
a nuestras primas yo y vos?
¿Cuánto va que ambas a dos
hoy se enamoran de mí?
p. 36Don Mendo
¿No veis que en ellas es más
el honor que las refrena?
Don Diego
Hasta verme, norabuena;
pero en mirándome, ¡zas!
Don Mendo
(Aparte).
Loco soy, pues quiero yo
a tal necio disuadir.
Don Diego
¿Qué decís?
Don Mendo
Que ya temo ir
con vos.
Don Diego
¡Pues no, sino no!
Mas dejadme que yo mismo
vuelva el talle a repasar;
que hoy por vos temo sacar
en mi gala un solecismo.—
Alzad esos dos espejos.
Martín
Bien están así.
Don Diego
No están.
p. 37Lope
Pues ¿cómo bien estarán?
Don Diego
Mirándose los reflejos.
Martín
La luna se mira toda.
Don Diego
No tal.
Lope
Pues ¿cómo ha de ser?
Don Diego
¡Que no aprendáis a poner
los espejos a la moda!
Martín
Di cómo, y no te alborotes.
Lope
¿Qué es moda?
Don Diego
¡Mi rabia toda!
¡Que no sepan lo que es moda
hombres que tienen bigotes!
p. 38Martín
¿Están bien así?
Don Diego
Eso quiero,
que así todo me divisa.
Don Mendo
(Aparte).
Cayéndome estoy de risa
de ver a este majadero.
Don Diego
¡El pelo va hecho una palma!
¡Guárdese toda mujer!
Yo apostaré que al volver
en cada hebra traigo un alma.
Los bigotes son dos motes;[3]
diera su belleza espanto
si hiciera una dama un manto
de puntas destos bigotes.
El talle está de retablo;
el sombrero va sereno,
de medio arriba está bueno,
de medio abajo es el diablo.
Lo bien calzado me agrada.
¡Qué airosa pierna es la mía!
De la tienda no podía
parecer más bien sacada.—
p. 39Pero tened, ¡vive Dios!,
que aquesta liga va errada.
Más larga está esta lazada
un canto de un real de a dos.—
Llega, mozo, a deshacella.
[3] Sentencias graciosas y atractivas.
Don Mendo
¡Que aqueso os cueste fatiga!
Pues ¿qué importará esa liga?
Don Diego
No caer pájaro en ella.
Don Mendo
Mirad que esas son locuras,
que a quien las ve a risa obliga.
Don Diego
Solo con aquesta liga
cazo yo las hermosuras.
Martín
Ya está buena.
Don Diego
Ahora están
iguales las dos; bien voy.
Con el reparillo estoy
cuatro dedos más galán.
p. 40Siempre que el verme repito
queda el alma más ufana.—
Mozo, acuérdate mañana
de traerme pan bendito.
Sale Mosquito.
Mosquito
Ya está aquí el coche, señor.
Don Diego
¿Mosquito? Vamos, don Mendo.
Don Mendo
Según vais, ya voy temiendo
que he de parecer peor.
Don Diego
¿Voy bien?
Don Mendo
(Aparte).
La risa reprimo.
A desconfiar me obliga.
Don Diego
Miren si importó la liga,
pues ya se rinde mi primo.
p. 41Mosquito
(Aparte).
Al mirarle estoy suspenso.
¡Que este piense que es galán!
Mas hartos lo pensarán,
que lo piensan por el pienso.
Don Diego
Mosquito, ¿hay gran prevención?
¿Cómo mis primas están?
Mosquito
Tales, señor, que podrán
tocarse entrambas a un son.
Cualquiera está tan bizarra
de las dos, que al sol da cola,
y cualquiera prima sola
puede hacer una guitarra.
Don Diego
También acá arde la fragua,
que todo eso es menester.
Mosquito
¿Pues no?
Don Diego
A fe que hemos de ver
quién se lleva el gato al agua.
Mosquito
Pues dudarse eso, ¿no es yerro?
Solo de oír tu retrato
p. 42las vi, que no solo el gato
llevarás tú, sino el perro.
Don Diego
Pues ¿ves? Solo me lastima...
Mosquito
¿Qué, señor?
Don Diego
...mi estrella mala.
¡Que venga toda esta gala
a parar en una prima!
Mosquito
Cierto que tienes razón,
y a mí también me lastima.
Don Diego
¿No me malogro en mi prima?
Mosquito
Merecías tú un bordón.
Mas deso no te provoques.
Don Diego
El ser tan rica me anima.
Mosquito
Y yo pienso que la prima
saltará antes que la toques.
p. 43Don Diego
¿Cómo saltar?
Mosquito
Es galante,
y baila famosamente.
Don Diego
¡Oh, pues viéndome presente,
bailará el agua delante!
Y ella, ¿me merece a mí?
Mosquito
Ese es, señor, mi recelo,
porque es un ángel del cielo
y no te merece a ti.
Don Diego
¿Qué dices?
Mosquito
Si no es que sea
ley de estrella poderosa.
Don Diego
Miren, si esto es siendo hermosa,
¿qué haría si fuera fea?
Mosquito
¿Sabes quién estoy pensando
que te merecía?
p. 44Don Diego
¿Quién fuera?
Mosquito
Una dama que estuviera
toda su vida ayunando.
Don Mendo
Vamos presto, que mejor
allá lo podréis juzgar.
Don Diego
Vamos, don Mendo, a matar
estas dos primas de amor.
Mosquito
Al verte será delito
si no se desmayan luego.
Don Diego
Juicios tienes de don Diego.
Mosquito
(Aparte).
Y tú sesos de Mosquito.
(Vanse).
Sala en casa de don Tello.
Salen don Juan y don Tello.
Don Juan
Suspendiose, don Tello, mi partida,
porque mi prima, estando prevenida
para ir a cumplir una novena
que tenía ofrecida a Guadalupe,
que me detenga ordena;
y es fuerza que me ocupe
en asistir sus pleitos entre tanto.
(Aparte).
No será sino el mío.—
Don Tello
Estimo tanto
vuestra amistad, don Juan, que habiendo habido
justa ocasión que os haya detenido,
os he de suplicar que a honrarme asista
vuestra persona, agora que a la vista
de mis hijas espero a mis sobrinos.
Don Juan
Siempre de honrarme halláis nuevos caminos.
(Aparte).
¡Cielos, no haya logrado yo esta suerte
para ver la sentencia de mi muerte!—
Don Tello
Ya aquí vienen las dos.
p. 46Don Juan
Y yo quisiera
me aviséis, por no errar de adelantado,
si están ya los conciertos en estado
de poder dar el parabién.
Don Tello
Sí, amigo;
bien se le podéis dar.
Don Juan
(Aparte).
¡Cielos! ¿Qué espero?
Más que del golpe, de temello muero.
Don Tello
Que aunque Inés y Leonor no lo han sabido,
ya yo el concierto tengo concluido,
y el haberle callado
ha sido por no estar asegurado
de la venida de mis dos sobrinos,
por tener ellas otros pretendientes,
amantes y parientes,
que estorbarlo intentaron. Y, en efeto,
se ha logrado el venir con el secreto;
y esta la causa ha sido
de que Leonor y Inés no lo han sabido;
porque no fuera bien que yo un concierto
les propusiese que saliera incierto;
mas ya, por mi palabra asegurado,
nos dais el parabién adelantado.
p. 47Don Juan
Muy como vuestra la atención ha sido.
(Aparte).
¡Cielos, ya estoy hablando sin sentido!
Salen criadas, Leonor e Inés, tocada de boda.
Doña Inés
(Aparte, a doña Leonor).
¡Muerta salgo!
Doña Leonor
Tus dudas son forzosas.
Don Tello
¡Bien prevenidas salen! ¡Son curiosas!
Don Juan
(Aparte).
Esfuércese el corazón
a este tormento también.—
En tan dichosa ocasión
es precisa obligación,
señoras, mi parabién.
Logréis el feliz estado
a medida del deseo.
(Aparte).
Y a costa de un desdichado.—
p. 48Doña Inés
No sé a qué va encaminado
el parabién ni el empleo.
Don Tello
El parabién da don Juan
de los casamientos hechos
con vuestros primos.
Doña Inés
Y ¿están
en estado que podrán
admitirle nuestros pechos?
Don Tello
¿Pues no, si ellos han venido
de mi palabra fiados?
Doña Inés
No habiéndolos admitido
nosotras, en vano ha sido
darlos por efetuados.
Don Tello
Pues ¿podéis las dos hacer
a mi gusto resistencia?
Doña Leonor
Yo, señor, no sé tener
voluntad, y si ha de ser
alguna, esa es mi obediencia.
p. 49Doña Inés
Contigo también, señor,
es mi voluntad ajena,
solo tu gusto es mi amor;
mas este mismo primor
tu resolución condena.
Porque cuando yo he de estar
pronta siempre a obedecer,
no me debieras mandar
cosa en que puedo tener
licencia de replicar.
Y si me da esta licencia
el cielo, y tu autoridad
me la quita con violencia,
casarase mi obediencia,
pero no mi voluntad.
Siendo este estado, señor,
de tantos riesgos cercado,
¿no pudiera algún error
dar asunto a mi dolor
y empeños a tu cuidado?
Luego, aunque yo me concluyo,
debieras a mi albedrío
proponerlo, no por suyo,
sino porque, aunque él es tuyo,
tiene el título de mío.
Don Tello
Aunque es la queja tan vana,
por queja de amor la he oído,
p. 50Inés, callando tu hermana,
que no eres tú tan liviana
que tuviera otro sentido;
ni yo tan poco mirado
que a todo vuestro deseo
no le exceda mi cuidado,
habiendo ya examinado
los peligros de este empleo.
En gusto, quietud y honor,
lográis toda la ventura
que pudiera vuestro amor
y el mío, que es el mayor,
que vuestro bien asegura;
y mi palabra empeñada
ya, Inés, no tiene lugar
tu queja, aunque bien fundada,
pues, sobre que estás casada,
no tienes que replicar.
Don Juan
(Aparte, a Doña Inés).
¡Cielos! Yo de mi tormento
he venido a ser testigo.
Doña Inés
(Aparte).
Y yo del dolor que siento.—
Pues si ya mi casamiento
das por hecho, solo digo
que, aunque tan llano lo ves,
p. 51falta una duda por ti
no fácil.
Don Tello
Y esa ¿cuál es?
Sale Mosquito.
Mosquito
Los novios están aquí.
Don Tello
(A Doña Inés).
Déjalo para después.—
¿Dónde están?
Mosquito
Veslos allí,
que el coche, con gran sosiego,
los va ya dando de sí.
(Salen don Mendo, don Diego y criados).
Don Tello
Prevenid sillas aquí.
Mosquito
(Aparte).
Y albarda para don Diego.—
p. 52Don Diego
Buen lugarillo es Madrid.
Don Mendo
Dadnos, señor, los pies vuestros.
Don Tello
Llegad, hijos, a mis brazos,
que ya de padre os prevengo.
Don Diego
Bravos lodos hace, tío.
Don Tello
Pues ¿qué embarazo os han hecho
viniendo los dos en coche?
Don Diego
Antes lo digo por eso,
que hemos perdido ocasión
de venir gozando dellos.
Don Tello
Pues ¿echáis menos los lodos?
Mosquito
Es adamado don Diego,
y le ha olido bien el barro.
p. 53Don Tello
Hablad a Inés.
Don Diego
Eso intento.
Lo primero que habla un novio,
dicen todos los discretos
que es necedad; pues aposta
he de hablar yo poco y bueno.—
Señora, ya os habrán dicho
que sois mía y yo soy vuestro;
mas os puedo asegurar
que en mí os da mi tío un dueño
que hay muchas que le tomaran
con dos cantos a los pechos.—
Con decir una verdad
se excusa uno de ser necio.
Doña Inés
(Aparte).
¡Muerta estoy!— En mí, señor,
la voluntad que yo tengo
es de mi padre y no mía,
y vuestra, por su precepto.
(Aparte).
¿Qué hombre, ¡cielos!, es aqueste
tan torpe, exquisito[4] y necio?
[4] Raro.
p. 54
Don Diego
(A Mosquito).
¡Alto! Clavose hasta el alma.
Ya por mí perderá el seso.
Mosquito
Si ella se casa contigo,
que le perderá es bien cierto.
Don Tello
Hablad, don Mendo, a Leonor.
Don Mendo
En su hermosura suspenso,
del primer yerro en mi labio
tendrá disculpa el proverbio;
y ya turbado, señora,
a las luces del sol vuestro
con tanta razón, sería
acertar el mayor yerro.
Doña Leonor
Nada puede errar quien lleva
por norte tan buen lucero
como la desconfianza.
(Aparte).
Discreto y galán es Mendo;
yo he sido la más dichosa.
Don Diego
Mi primo, con lo modesto,
vence el no ser muy galán.
p. 55Doña Leonor
Vos lo sois con tanto extremo,
que haréis menos a cualquiera.
(Aparte).
¡Hay más loco majadero!
Don Diego
(Aparte).
También cayó la Leonor.
Buena mi primo la ha hecho
en ir a vistas conmigo.
Don Tello
Tomad, sobrinos, asiento.
Don Diego
Yo por mí, ya estoy sentado.
Don Tello
Muy llano venís, don Diego.
(Aparte).
Muy tosco está mi sobrino;
mas la corte le hará atento.—
Don Diego
(Aparte, a Mosquito).
¡Hola! Por Dios, que también
se me ha enamorado el viejo.
Mosquito
Dicha tienes en que aquí
no esté también el cochero.—
p. 56Don Juan
(Aparte).
¡Cielos! Mienten los que dicen
que puede ser de consuelo
el competidor indigno;
que antes es de más tormento,
pues el uso de las dichas
se aseguran en el necio.—
Don Tello
Los dos al señor don Juan
conoced; que es a quien debo
tan íntima obligación,
que le viene el nombre estrecho
de amistad a nuestro amor.
Don Juan
Y en mí tendréis un deseo
de serviros, que dará
indicios de aqueste empeño.
Don Mendo
Ya señor don Juan, le logro
en las noticias que tengo.
Don Diego
Y yo desde hoy con más veras
he de ser amigo vuestro;
que tiráis algo a galán,
y para mí es bravo cebo.
p. 57Don Juan
Delante de vos no puede
ningún galán parecerlo;
que tiráis tanto, que dais
en el blanco dese acierto.
Don Diego
No; antes doy poco en el blanco,
porque es color que aborrezco,
y el usarse aquestas mangas
de garapiña me ha hecho
sacar blanco algunas veces;
pero ya es todo mi anhelo
una color de pepino
que ha traído un extranjero.
Don Juan
¿De pepino? ¿Pues no es verde?
Don Diego
Es gran color.
Mosquito
Será bueno
para aforrar ensaladas.
Don Diego
Solo unos guantes me he puesto
deste color, pero estaba
que era prodigio con ellos.
p. 58Doña Inés
(Aparte, a doña Leonor).
Leonor, este hombre no tiene
uso del entendimiento.
Doña Leonor
Ni aun del sentido tampoco.
Don Diego
(Aparte).
Ya hablan las dos en secreto.
Luego dije yo que había
de parar el caso en celos.—
¿Qué se murmura, señoras?
Doña Leonor
Alabaros de discreto.
Don Diego
¿Y no de galán?
Doña Leonor
También.
Don Diego
Pues eso es cuento de cuentos,
porque en Burgos unas damas
trataron de hacer lo mesmo,
y en solo los pies tardaron
un día.
p. 59Mosquito
Según son ellos,
bien de priesa los pasaron.
Don Mendo
(Aparte).
¡Corrido estoy, vive el cielo,
de venir con este tonto!
Don Tello
(Aparte).
Mi sobrino está algo necio;
mas yo le reprehenderé
para que enmiende este yerro.—
Venid a ver vuestro cuarto.
Don Diego
Sí, señor; vamos a eso;
porque el mío ha menester
mucha luz para el espejo.
Don Mendo
Señora, no se despide
quien deja el alma asistiendo
al culto de vuestros ojos
desde que vive de vellos.
Don Diego
Yo, prima, no sé de cultos,
porque a Góngora no entiendo,
p. 60ni le he entendido en mi vida;
pero después nos veremos.
(Vase don Diego, don Mendo, don Tello y criados).
Doña Inés
¿Qué dices desto, Leonor?
Doña Leonor
No sé, hermana, ni me atrevo
a hablar, y viendo tu pena,
por no afligirte, te dejo.
(Vase).
Doña Inés, don Juan, Mosquito.
Mosquito
¿Y si yo me atrevo a hablar,
y a decirte que, aunque luego
te case con él tu padre,
yo a descasarte me atrevo?
Porque este novio es un macho,
y hace mulo el casamiento.
Don Juan
Inés, señora, ¿qué dices?
¿Quédale ya a mi tormento
esperanza que le alivie?
Ya todo el peligro es cierto,
p. 61ya dio palabra tu padre,
ya está aceptado el empeño;
ya yo te perdí, señora,
y ya... Pero ¿cómo puedo
referir mayor desdicha
que haber dicho que te pierdo?
Doña Inés
Don Juan, según yo he quedado,
ni aun para hablar tengo aliento.
Ni yo sé si me has perdido,
ni de mi padre el empeño,
ni si ya ha dado palabra,
ni aun razón tampoco tengo
para saber de mi pena;
mira qué haré del remedio.
Si hay alguno en el discurso,
es no tenerle don Diego,
ser sujeto tan indigno,
y mi padre no tan ciego
que no lo haya conocido.
A él con mis quejas apelo,
y a decirle que el casarme
con hombre tan torpe y necio
es condenarme a morir
o a vivir en un tormento.
Mosquito
Y que es pecado nefando
casarte con un jumento.
p. 62Don Juan
Y si a tu padre le obliga
de su palabra el empeño,
y desprecia tu razón
por su atención, que es primero,
¿qué haré perdiéndote yo?
Mosquito
Lo que yo hago cuando pierdo.
Don Juan
¿Qué haces tú?
Mosquito
Romper los naipes
o llevármelos enteros.
Doña Inés
Don Juan, mi padre no es
en mi amor tan poco atento
que, viendo tan justa causa
como de quejarme tengo,
a toda una vida mía
anteponga otro respeto.
Esta apelación me falta;
si es tan uno nuestro riesgo,
admítela, que parece
que no es tuyo mi deseo.
Don Juan
¿Cómo he de admitirla, Inés,
viendo a tu padre resuelto
p. 63a cumplir con su palabra,
y es de su honor este empeño?
Doña Inés
Y el mío, ¿no es de mi vida?
Don Juan
Sí, pero con él es menos.
Doña Inés
¿No puede ser que se mueva
a mi llanto?
Don Juan
No lo espero.
Doña Inés
Pues, don Juan, si tu temor
da mi peligro por cierto,
resolvernos a morir,
que aquí no hay otro remedio.
Don Juan
Pues ¿para cuándo es, Inés,
un atrevido despecho,
que tiene tantas disculpas?
Doña Inés
Don Juan, no hables en eso;
que aunque es tan grande mi amor,
es mi obligación primero.
p. 64Don Juan
¿Y ese puede ser amor?
Doña Inés
Amor es; pero sujeto
a la ley de mi decoro.
Don Juan
¿Qué, en fin, niegas un aliento
al temor de mi esperanza?
Doña Inés
¿Ya no te doy el que puedo?
Don Juan
¿Qué puede importar, si es poco?
Doña Inés
Pudiendo bastar lo menos,
¿por qué he de empeñar lo más?
Don Juan
¿Y si lo requiere el riesgo?
Doña Inés
Vete, don Juan; que los daños
empeñan a los remedios.
Don Juan
Esa esperanza me alivia.
p. 65Doña Inés
Pues deja ver el suceso...
Don Juan
Quiera Amor que sea feliz.
Doña Inés
Mas de mi parte está el ruego.
Don Juan
¡Qué temor!
Doña Inés
Adiós, don Juan.
Don Juan
Guárdete, señora, el cielo.
Mosquito
Miren si es verdad que ya
pierde el juicio por don Diego.
p. 66
Sala en casa de don Tello.
Salen don Juan y Mosquito.
Mosquito
Vuelvo a decirte que hay medio
para curar tu dolor.
Don Juan
Mosquito, en tanto rigor,
¿cuál puede ser el remedio?
Don Tello ha determinado
el dar a Inés a don Diego,
y ha despreciado su ruego,
y su palabra ha empeñado.
No hay medio en tanta aflicción.
Mosquito
Dígote que le ha de haber.
Don Juan
Necio, ¿cómo puede ser?
p. 67Mosquito
¿Hay tal desesperación?
Ese hombre, ¿no es un rocín?
Luego tu duda es cruel.
Don Juan
Pues ¿qué medio hay para él?
Mosquito
El medio de un celemín.
Don Juan
¿Búrlaste de mi dolor?
Mosquito
Pues si no me quieres creer,
¿qué tengo de responder?
No desesperes, señor,
que en esto hay medio y remedio
y tataramedio y todo.
Don Juan
Pues viviré de ese modo.
Mosquito
Y ha de ser pared en medio.
Pero para aqueste efeto,
tu licencia me has de dar
de lo que yo he de trazar.
Don Juan
Esa yo te la prometo.
p. 68Mosquito
Pues, señor, yo, conocida
la liviandad de don Diego,
deseando tu sosiego,
hallé el medio por su herida.
Alabele con intento
a tu prima la condesa,
que ya de viuda profesa
se le anda el casamiento.
Abrió tanto ojo a la mía,
y muy fiado de sí,
dijo: «Si ella me ve a mí,
yo me veré señoría».
Yo le prometí llevar
donde ella verle pudiera,
y él dijo: «Desa manera,
condeso de par en par».
Si trazamos que en él cuaje
esta esperanza, después
despreciará a doña Inés,
y al viejo y a su linaje.
Conque tú puedes tratar
de tu boda a tu placer,
porque él, por encondecer,
no ha de querer emprimar.
Don Juan
Sí; mas no halla mi desvelo
modo de verlo logrado.
p. 69Mosquito
Pues veslo aquí ejecutado
como el huevo de Juanelo.
Tú con tu prima has de hacer
que un favor no le recate.
Don Juan
¡Jesús! ¡Qué gran disparate!
¿Yo me había de atrever
con mi prima a esa indecencia?
Demás de que ausente está
en Guadalupe, aunque acá
no se sabe de su ausencia;
pues su casa está asistida
como si ella aquí estuviera.
Mosquito
Pues mejor desa manera
la industria está conseguida.
Don Juan
¿De qué modo?
Mosquito
Con mi maña.
Yo tengo aquí una mujer
que fingirá, sin caer,
la princesa de Bretaña;
tan sabia, que por su cholla
dijo aquel refrán feliz:
p. 70«De las hembras, la Beatriz,
y de las aves, la olla».
Ella, que mi industria anima,
por finísima embustera,
es tan delgada tercera,
que se sabrá fingir prima.
Sin costarte más trabajo
que permitirme la empresa,
le haré tragar la condesa
envuelta en el estropajo.
Don Juan
¿No es fuerza que eso se ajuste
con las criadas?
Mosquito
Mejor.
Pues ¿qué criadas, señor,
se niegan para un embuste?
Don Juan
Si dese modo ha de ser,
yo permitillo no puedo.
Mosquito
Si ha de saberse el enredo,
ella ¿qué puede perder?
Y si esto te escarba aún,
¿hay más de hacer yo el papel
in solidum, sin que en él
entres tú de mancomún?
p. 71Don Juan
Sin que me des por autor,
hazlo tú.
Mosquito
Pues, caballero,
¿soy yo tan pobre embustero
que he menester fiador?
Don Juan
Si lo logras desa suerte,
le darás vida a mi amor.
Mosquito
Pues vete luego, señor;
que conmigo no han de verte,
y vienen aquí los dos
con mi señor.
Don Juan
Mi sosiego
fío de ti.
Mosquito
Vete luego.
Don Juan
Pues adiós.
(Vase).
Salen don Tello, don Mendo y don Diego.
Mosquito
(Aparte).
¡Válgame Dios!
Sin importarme, ¿esto noto?
¿Quién en tal bulla me mete?
Mas esto es que un alcahuete
siente mucho ahorcar el voto.
Don Tello
Sobrino, esto es atención.
Don Diego
Tío, eso es mucho apretar;
yo me tengo de alabar
en cuanto fuere razón.
Don Tello
No puede serlo alabaros
neciamente de galán;
y donde damas están,
no es luciros, sino ajaros.
Don Diego
¿Esa, señor, se usa aquí?
Don Tello
Y en todo el mundo.
p. 73Don Diego
Eso no;
que sería mentir yo
si dijera mal de mí.
Don Tello
Tampoco os digo eso yo.
Don Diego
Pues si yo tengo buen talle,
¿tengo de echar a la calle
la gala que Dios me dio?
Don Tello
¿Perderéis vos lo galán
por no alabaros modesto?
No os desairéis vos en esto,
que otros os alabarán.
Don Diego
Peor es eso que esotro.
Don Tello
¿No es mejor que aplauso os den?
Don Diego
Pues lo que a mí me está bien,
¿para qué lo ha de hacer otro?
Don Tello
En otro os está mejor.
p. 74Don Diego
Y si callan en mi mengua,
¿para qué tengo yo lengua?
Mosquito
Para ir a Roma, señor.
Don Diego
¿Yo a Roma? ¿Por qué accidente?
Mosquito
A absolveros.
Don Diego
Bien, por Dios.
¿Maté yo alguien?
Mosquito
No; que vos
de todo estáis inocente.
Don Mendo
Señor, tu atención se apura
y es en vano refrenalle.
Don Tello
(Aparte).
Y ignorancia en mí irritalle
por tan ligera locura.
¿Qué importará que él se alabe
de galán, para que Inés
p. 75desprecie el noble interés
que por su sangre le cabe?
Resístanlo o no sus pechos,
pues conviene a sus recatos,
he de hacer que los contratos
esta noche queden hechos.—
Hijos, yo voy a sacar
vuestros despachos. Adiós,
que aquesta noche los dos
os habéis de desposar,
porque estiméis a mi amor
lo mismo que él os estima.
Don Diego
Eso, estímelo mi prima,
que es a quien le está mejor.
Don Tello
Tú, Mosquito, ten cuidado
de acompañarlos.
(Vase).
Don Mendo, don Diego, Mosquito.
Mosquito
Sí haré;
yo los acompañaré,
como canten ajustado.
p. 76Don Diego
Muy cansado está mi tío.
Don Mendo
Por viejo está impertinente.
Mosquito
(Aparte).
(Aquí entro yo bravamente).—
¿No hay más hablar, señor mío?
Don Diego
Mosquito, ¿qué hay?
Mosquito
(Aparte, a don Diego).
Que he informado
a la condesa de suerte,
que a instantes espera verte.
Don Diego
¿Qué dices?
Mosquito
Que te he alabado
de modo, que me ha pedido
que yo te lleve a su casa.
Pero tú de lo que pasa
no te has de dar por sabido,
sino fingir un intento
con que irla a visitar;
que en viéndote, no hay dudar
que se cuaje el casamiento.
p. 77Don Diego
Pues cairá.
Mosquito
Eso para nobis.
Don Diego
[5] El rostro.
Mosquito
Pues si tomas mi consejo,
ve luego.
Don Diego
Eso quiero hacer.
Mas antes he de volver
a repasarme al espejo.
Espérame aquí.
Don Mendo
Mirad
que están mis primas aquí.
Don Diego
¿Me han visto?
Don Mendo
Pienso que sí.
Don Diego
No importa, con brevedad
p. 78dellas me despidiré.
Espérame tú allá fuera.
Mosquito
Pues disponlo de manera
que vamos luego.
Don Diego
Sí haré.
Mosquito
Voy a avisar a Beatriz
por que se ponga en adobo;
—que ha de tragar este bobo
la condesa fregatriz—.
(Vase).
Salen Leonor e Inés.
Doña Leonor
Aquí está don Diego, hermana.
Doña Inés
Pues yo me quiero volver;
que ansí le doy a entender
lo que ha de saber mañana.
(Vase).
p. 79Don Mendo
Nunca el sol tarde salió
a quien con su luz da vida.
Doña Leonor
A vuestra fe agradecida,
por mí antes saliera yo.
Don Mendo
Con vuestra gracia, mi amor,
de méritos tan desnudo,
solo mereceros pudo
tan venturoso favor.
Doña Leonor
Supuesto, don Mendo, el trato
de mi padre, a vuestro amor
debe mi agrado el favor
que permite mi recato.
Don Diego
Si eso a vos, señora, os mueve,
¿mi prima quiere enojarme?
¿Por qué no viene a pagarme
los favores que me debe?
Doña Leonor
Está indispuesta.
Don Diego
¿De qué?
p. 80Doña Leonor
Saliendo aquí, de repente
le dio agora un accidente.
Don Diego
¡Miren si lo adiviné!
Dila por el corazón;
y es preciso que esto sea,
y de otra vez que me vea
ha de pedir confesión.
Don Mendo
¿Y deso no te lastimas?
Don Diego
Pues ¿tengo la culpa yo?
Don Mendo
Pues ¿quién lo hace, si vos no?
Don Diego
Mi talle, que es mata-primas.
Don Mendo
(Aparte).
¡Que en este error tan cerrada
esté su imaginación!—
Don Diego
Digo: ¿el mal de corazón
la dejó muy apretada?
p. 81Doña Leonor
No ha tenido ella ese mal.
Don Diego
Pues ¿qué mal ha padecido?
Doña Leonor
No estar buena.
Don Diego
¿Y eso ha sido
causa de retiro tal?
Doña Leonor
Pues ¿no es bastante el tener
alguna indisposición?
Don Diego
¿Cómo es eso? Con la Unción
había de venirme a ver.
Doña Leonor
A tan necia grosería
y delirio tan extraño
castigará el desengaño
que recataros quería;
y agora os haré saber
que mi hermana está muy buena,
y por no darse esa pena
no os quiere salir a ver.
Y aquí, para entre los dos,
dejad empresa tan vana,
p. 82porque es cierto que mi hermana
no se ha de casar con vos.
Don Diego
(A don Mendo).
¡Miren el diablo, la gana
por donde brota el humor!
Don Mendo
¿Qué dices?
Don Diego
Que la Leonor
tiene celos de su hermana.—
Y aqueso de «entre los dos»
¿es cierto?
Doña Leonor
Esperadlo a ver.
Don Diego
Digo, y ¿es eso querer
tratar de pescarme vos?
Doña Leonor
El que de necio la pierde,
no ofende la estimación.
Don Diego
(A don Mendo).
¿No lo escucháis? Celos son,
con su puntica de verde.
p. 83Don Mendo
Si hacéis favor del desdén,
bien descansado vivís.—
Don Diego
Pues si vos lo consentís,
yo lo consiento también.
Doña Leonor
Señor don Diego, si fuera
sin mi padre vuestro intento,
por risa y divertimiento
la ignorancia os permitiera;
porque no puede haber cosa
que más pueda deleitar
que veros disparatar
en vanidad tan graciosa.
Pero no pudiendo hacer
por él desprecio de vos,
por mi hermana (o por las dos,
pues nos llegáis a ofender),
os advierto que en secreto
desistáis la pretensión,
o llegaréis a ocasión
de ajaros más el respeto.
Don Diego
¿Pensáis doblarme? Pues no;
que eso, por lo que sentís,
vos sola me lo decís.
(Sale Doña Inés).
p. 84Doña Inés
No lo digo sino yo.
Don Diego
Oigan el demonio: estotra
lo ha estado oyendo, a la cuenta,
y sale también celosa.
Si se arañan es gran fiesta.
Doña Inés
Señor don Diego, si el lustre
de la sangre que os alienta
a su misma obligación
se sabe pagar la deuda,
ninguna puede ser más
que la que agora os empeña,
pues una mujer se vale
de vuestro amparo en su pena.
La dificultad está,
para que más os suspenda,
en que, siendo contra vos,
os pido a vos la defensa.
Mas cuanto puedo deberos
os pago en querer atenta
que, si habéis de ser vencido,
vuestro el vencimiento sea.
Mi padre, señor don Diego,
a cuya voz tan sujeta
vivo, que por voluntad
tiene el alma mi obediencia,
p. 85trató la unión, de los dos
tan sin darme parte della,
que de vos y del intento
al veros tuve dos nuevas.
Casarme sin mí es injusto;
mas dejo aparte esta queja,
porque al blasón de obediente
tiene algún viso de opuesta.
La aversión o simpatía
con que se apartan o acercan
las almas, pende en el cielo
de influjo de sus estrellas.
Esta es más o menos grave,
según es más la violencia
de los astros que la influyen
o la sangre en que se engendra;
de donde la inclinación
no puede ser acción nuestra,
pues sin albedrío un alma
o se inclina o se desdeña.
Siendo ansí, cuando yo os diga
que mi inclinación no es vuestra,
no os ofendo en la razón,
aunque en el gusto os ofenda.
Esto supuesto, señor,
no solo eso el alma os niega,
mas a mi pecho y mis ojos
hace horror vuestra presencia.
Desde el instante que os vi
discurrió un hielo en mis venas,
a que no halla el alma amparo,
p. 86más que el que de vos intenta.
Y advertid que ya os declaro
mi aversión con tal llaneza,
porque antes he prevenido
que la inclinación no es nuestra.
Y estoy a vuestro decoro
y a vuestro amor tan atenta,
que os di primero el escudo
por no ofender con la flecha.
Casarme con vos, don Diego,
si queréis, ha de ser fuerza;
pero sabed que mi mano,
si os la doy, ha de ser muerta.
De caballero y de amante
faltáis, don Diego, a la deuda,
si, sabiendo mi despecho,
vuestra mano me atropella.
De caballero, porque,
por gusto o por conveniencia,
no hacéis precio de la vida
de una mujer sin defensa;
de amante, porque en tal caso
corre el cariño perezas,
y aquí, sin mi voluntad,
queda agraviada la vuestra.
Vencer mi aborrecimiento
o mi desdén, si lo fuera,
con porfías y festejos
fuera garbosa fineza;
pero valeros de un medio
donde no está la violencia
p. 87de parte de vuestro amor,
sino de quien me sujeta,
y arrastrarme sin vencerme,
es acción tan descompuesta,
que aja la galantería,
el amor y la nobleza.
Luego en dejarme —aunque ahora
mi sentimiento os lo ruega—,
más garbo en vos que en mi alivio
vuestro decoro interesa.
Pero aunque destas razones
pudiera bastar cualquiera,
no quiero yo que esta acción
hagáis por ninguna destas,
sino porque yo os lo pido,
que pues la acción es la mesma,
no os quiero yo malograr
el mejor fin que hay en ella.
Vos, don Diego, habéis de hacer
a mi padre resistencia,
y escoged vos en la causa
la razón que más convenga.
Aborrecedme, injuriadme,
que yo os doy toda licencia
para tratar mi hermosura
desde desgraciada a necia.
Despreciadme vos a mí,
que yo os doy palabra cierta
de tenéroslo por bien,
aunque sepa que es de veras.
Esto os pido, y el secreto
p. 88que requiere acción como esta;
pues por último remedio
a vos mi dolor apela.
Haced cuenta que una dama
a vencer otro os empeña,
que es lance que no le puede
excusar vuestra nobleza.
Teneos vos para venceros
por otro en la competencia,
y lograd de vos mandado
a vos vencido, la empresa.
Que si por el gran contrario
más la vitoria se precia,
vos no podéis escoger
enemigo de más prendas.
Sabed, don Diego, una acción
que es por entrambos bien hecha:
por mí, porque yo os lo pido;
por vos, porque en vos es deuda.
Y advertid que yo a mi padre,
por la ley de mi obediencia,
para cualquiera precepto
el «sí» ha de ser mi respuesta.
Si vos no lo repugnáis,
yo no he de hacer resistencia,
y si deseáis mi mano,
desde luego será vuestra;
pero mirad que os casáis
con quien, cuando la violentan,
solo se casa con vos
por no tener resistencia.
p. 89Y ahora vuestra hidalguía,
o el capricho, o la fineza,
corte por donde quisiere,
que, cuando pare en violencia,
muriendo yo acaba todo,
pero no vuestra indecencia,
pues donde acaba mi vida
vuestro desdoro comienza.
Don Diego
¿Pudo el diablo haber pensado
más graciosísima arenga
para disfrazar los celos,
y está dellos que revienta?
Señora, todo ese enojo
nace, con vuestra licencia,
de celos que os da Leonor.
Si teméis que yo os ofenda,
os engañáis, ¡juro a Dios!,
que, ¡por vida de mi abuela!,
—y ansí Dios me deje ver
con fruto unas viñas nuevas
que plantó mi padre en Burgos,
que es lo mejor de mi hacienda—,
como yo nunca la he dicho
de amor palabra, ni media,
que ella es la que a mí me quiere,
y si no, dígalo ella.
Don Mendo
Tener no puedo la risa
de tan graciosa respuesta.
p. 90Doña Leonor
Hermana, este hombre no tiene
sentido, y en vano intentas
que se reduzga a razón.
Doña Inés
Sean celos o no sean,
señor don Diego, yo os pido,
porque una dama os lo ruega,
que aquí me deis la palabra
de hacer por mí esta fineza.
Don Diego
(Aparte).
No haré yo tal hasta ver
cómo pinta la condesa.—
Señora, eso es una cosa
que es para dormir sobre ella.
Yo me veré bien en ello
para daros la respuesta,
que aquí tengo yo un agente
que es quien mejor me aconseja.
Doña Inés
Pues ¿qué hay que pensar en esto
para que nadie os advierta?
Don Diego
Pues ¿no queréis que me informe,
si puedo hacerlo en conciencia?
p. 91Doña Leonor
¡Hay más raro desatino!
Don Diego
(A Doña Leonor).
Eso es porque vos quisierais
que respondiera que sí,
para verme libre della
y echarme luego la garra.
Doña Inés
Ya vuestra locura necia
pasa el término de loca,
y a mí que hacer no me queda
más que volver advertiros
que cuanto os he dicho atenta
os lo repito ofendida;
y si tras esta advertencia
os queréis casar conmigo,
aunque mi sangre os alienta,
sois hombre indigno de honor.
Pensad o no la respuesta.
(Vase).
Don Diego
¿Qué llama indigno? Escuchad.
Doña Leonor
Eso, don Diego, es perderla
de muchas veces. Haced
p. 92lo que Inés os aconseja,
o en mayor desaire vuestro
parará su resistencia.
(Vase).
Don Diego, don Mendo.
Don Diego
¿Desaire?
Don Mendo
Tened, don Diego:
un hombre noble, ¿qué espera
oyendo este desengaño?
Don Diego
Hombre, ¿no ves que te quemas,
y Leonor, porque me adora,
es quien causa esta revuelta?
Don Mendo
¡Vive Dios, que es imposible
sacarle de la cabeza
esta aprehensión!—Pues, don Diego,
¿en qué conocéis que tenga
fundamento ese cariño?
Don Diego
¿Hay más graciosa simpleza?
Bueno sois para marido
p. 93si no entendéis esta lengua.
Pues ¿no veis que hablan los ojos
y la Leonor está muerta?
Si no es que vos, por casaros,
no miráis delicadezas.
Don Mendo
¡Vive Dios!, que a no saber
que habla la ignorancia vuestra
más que la malicia en vos,
desta sala no salierais
sin ser el último aliento
necedad tan desatenta.
Pero pues es incurable
vuestra locura, ella mesma
de tanta desatención
la que os dé el castigo sea.
(Vase).
Don Diego.
Don Diego
¿Hay tonto como mi primo?
Pero, a mí, allá se lo avenga.
Yo me voy a ver si puedo
derribar esta condesa,
y si no saliere cosa,
fijas las dos primas quedan.
p. 94Yo escogeré entre las dos,
y cuando todas me quieran,
a más moros, más ganancias,
que el turco tiene trescientas.
(Vase).
Sala en casa de la condesa.
Salen Beatriz, de condesa viuda, Mosquito y una Criada.
Beatriz
¿Qué me dices, Mosquito, vengo buena?
Mosquito
Beatricilla, estás hecha una azucena.
Beatriz
De condesa viuda tengo aseo.
Mosquito
Puedes ser la viuda de Siqueo.[6]
[6] La reina Dido.
Criada
Y no tema que en nadie duda deje.
Mosquito
¿Qué llama duda? La creerá un hereje.
p. 95Criada
Eso importa ocultallo a los criados,
y solo los que estamos avisados
lo habemos de saber.
Mosquito
Claro está eso.—
Beatricilla, cairá como con queso.
Beatriz
Y ¿dónde está?
Mosquito
A la puerta le he dejado,
y fingiendo yo entrar con el recado,
subí a ver si ya estabas prevenida,
y me ha admirado el verte ya vestida,
que apenas ha un instante
que desde casa te envié delante.
Beatriz
Rabio yo por lograr tan buenos ratos.
Mosquito
Seis veces se ha limpiado los zapatos.
Beatriz
Llámale, pues, que muero por hablallo.
Mosquito
Mira, Beatriz, si quieres acertallo,
cuanto hablares sea escuro y sea confuso.
p. 96Habla crítico[7] agora, aunque no es uso;
porque si tú el lenguaje le revesas,
pensará que es estilo de condesas;
que los tontos que traen imaginado
un gran sujeto, en viéndole ajustado
a hablar claro, aunque sea con conceto,
al instante le pierden el respeto,
y en viendo que habla voces desusadas,
cosas ocultas, trazas intrincadas,
para dar a entender que lo comprehenden,
le dicen que es gran cosa, y no la entienden.
Conque si le hablas culto prevenida,
te tendrá por condesa, y entendida.
[7] Lenguaje culterano.
Beatriz
Pero si él me pregunta algo corriente,
forzoso es responderle vulgarmente.
Mosquito
De ningún modo, que ese no es su paso.
Beatriz
Y si él pregunta «¿Cómo estáis?», acaso,
¿qué le he de responder?
Mosquito
En garatusa:[8]
«Libidinosa, crédula y obtusa».
[8] Engañifa.
p. 97Beatriz
Pues ¿qué ha de entender él si eso no es nada?
Mosquito
Acaso entenderá que estás preñada.
Beatriz
Déjame a mí, que yo sabré hablar culto
cuando importe, que no ha de ser a bulto.
Mosquito
Pues él viene hacia acá, voy a sacalle,
que aquí don Juan también está a escuchalle.
Sale don Diego.
Don Diego
(Al paño).
Mosquito, ¿está aquí?
Mosquito
¿No ves
que es la que está en esta pieza?
Don Diego
¿Es esta? ¡Rara belleza
descubre por el envés!
p. 98Beatriz
¿Quién anda en los corredores?
Míralo, Isabel.
Don Diego
Ya ha hablado.
Hasta el tono es delicado.
En fin, manjar de señores.
Criada
¿Quién es?
Don Diego
Respóndele apriesa.
Mosquito
[9] Señora.
Criada
Ya la tenéis avisada.
Entre.
Don Diego
(Sale).
El norte lo asegura.
Criada
(Aparte).
¡Jesús, qué extraña figura!
p. 99Don Diego
Ya ha caído la criada.—
Mosquito, ¿ves lo que pasa?
(Aparte, a Mosquito).
Todo caerá.
Mosquito
Aqueso es llano;
mas, señor, vete a la mano,
no caiga también la casa.—
Don Diego
El cielo guarde esa aurora.
Beatriz
La vuestra sea bien venida.
Don Diego
(Aparte, a Mosquito).
No he visto en toda mi vida
mejor bulto de señora.
Beatriz
¿Qué intento os lleva neutral
a mis coturnos cortés?
Don Diego
(Aparte).
¡Jesús, cuál habla! Esto es
estilo de sangre real.—
Señora, bueno he venido.
Mosquito
Qué quieres te preguntó.
p. 100Don Diego
Estar bueno quiero yo;
luego bien he respondido.
Beatriz
(Aparte).
De risa me estoy cayendo,
y disimular no sé.—
Don Diego
(Aparte, a Mosquito).
También me parece que
va la condesa cayendo.—
Beatriz
En fin, ¿venís rutilante
a mi esplendor fugitivo
para ver si yo os esquivo
a mi consorcio anhelante?
Don Diego
(Aparte, a Mosquito).
¿No ves, Mosquito, al hablarme,
con qué gracia me enamora?
Mosquito
Pues ¿qué es lo que dice agora?
Don Diego
Todo aquesto es alabarme.—
Si yo aquí os he parecido
p. 101como vos significáis,
cierto que no lo arriesgáis
porque soy agradecido.
Beatriz
Explicaos de una vez.
Don Diego
Hablaros despacio intento.
Beatriz
Pues apropincuad asiento.
Don Diego
(Aparte, a Mosquito).
Mosquito, ya pica el pez.
Mosquito
Ya yo le he visto tragar.
Don Diego
Yo soy cebo de mujeres.
Mosquito
Ahora digo que tú eres
linda caña de pescar.
Don Diego
Hablarla importa con frases
de un estilo levantado.
p. 102Mosquito
Sí, que el estilo acostado
es para cuando te cases.—
Don Diego
(A Beatriz).
Vuestra fama sonorosa,
con curso, no de estudiante,
sino de trompa volante...—
(Aparte, a Mosquito).
¡Bravo pedazo de prosa!
Mosquito
Bueno va; adelante pasa.
Don Diego
...desde Burgos me ha traído
a daros en mí un marido
que sea honor de vuestra casa.
Beatriz
Súbito, no meditado,
vuestro pretexto colijo.
Mosquito
(Aparte, a don Diego).
¿Qué es lo que agora te dijo?
Don Diego
Que lo aceta de contado.
Della desde hoy no me aparto.
p. 103Mosquito
Pues ¿no te lo dije yo?
Don Diego
Luego vi que el pez picó.
Mosquito
¿Qué hará en viendo que es lagarto?—
Beatriz
Algo de bobería en vos
presumo en cándido pecho.
Don Diego
(Aparte, a Mosquito).
¡Jesús, qué favor me ha hecho!—
Buena pascua te dé Dios.
Mosquito
(Aparte).
De risa el tonto me apura.—
Prosigue, que ya está tierna.
Don Diego
Ahora me alabó la pierna.—
Pues si viérais mi cintura
por de dentro, os admirara
su medida tamañita,
porque a mí el sastre me quita
dos dedos de media vara.
p. 104Mosquito
En eso no hay que dudar.
Don Diego
Y aun me la achica después.
Mosquito
Mas la media vara es
de vara de torear.
Don Diego
Eso, en torear, no hay hombre
como yo. Con un jaez
en Burgos salí una vez,
y tembló el toro mi nombre.
Yo me anduve por allí
en la plaza hecho un Medoro,
y no osó llegarse el toro
a treinta pasos de mí.
Mosquito
¡Bravas suertes!
Don Diego
Y hasta el fin
ningún rocín me mató.
Mosquito
Pues si a ti no te alcanzó,
seguro estaba el rocín.
p. 105Don Diego
Paréceme que un poquito
vos estáis de mí pagada.
Beatriz
Adusta, sí; no implicada.
Don Diego
(Aparte, a Mosquito).
Toma si escampa, Mosquito.
Mosquito
(Aparte).
¡Jesús! a Beatriz aprisa
señas le haré por detrás,
porque si esto dura más,
he de reventar de risa.
(Hace señas a Beatriz).
Beatriz
Remito, por lo que expreso,
la locución otro día.
(Levántase).
Don Diego
¿En efeto seréis mía?
Beatriz
Cogitación habrá en eso.
Don Diego
Ese sí al alma regala.
p. 106Beatriz
Pensáislo con juicio agreste.
Don Diego
(Aparte, a Mosquito).
¡Mira qué favor aqueste!—
¡Ah, bien haya aquesta gala!
Beatriz
Adiós.
Don Diego
Hasta nuestras bodas.
Criada
(Aparte).
¡Bravo tonto!
Beatriz
Ya os entiendo.
(Vanse).
Don Diego, Mosquito; luego, don Juan.
Don Diego
La mujer se va cayendo;
pero lo mismo hacen todas.
p. 107Mosquito
(Aparte).
Lográronse mis cuidados.—
¿Qué dices de aquesta empresa?
Don Diego
Que la mujer es condesa
de todos cuatro costados.
Mosquito
(Aparte).
Ahora entra aquí don Juan
para acreditar el caso.—
Señor, si esto va a este paso,
tus dos primas ¿qué dirán?
Don Diego
Volaverunt.
Mosquito
Yo querría
que lo sepas recatar.
Don Diego
Ya bien puedes empezar
a llamarme señoría.
Don Juan
(Dentro).
¿Hola? ¿Mateo? ¿Benito?
¿No hay algún criado aquí?
¿Qué modo es este?
p. 108Mosquito
¡Ay de mí!
Don Diego
¿Qué es esto?
Mosquito
¡Cristo bendito!
Don Juan, eso que no es nada,
primo de aquesta señora,
y celoso.
Don Diego
¿Eso hay agora?
Pues requiriré la espada.
Mosquito
Y ¿qué hemos de hacer con eso?
Don Diego
¡Voto a Dios, si me habla en nada,
que a la primer cuchillada
le rebane como queso!
Mosquito
¿Qué, eres valiente?
Don Diego
Los chinos
son enanos para mí.
p. 109Mosquito
¡Ay, Madre de Dios, que aquí
se matan como cochinos!
(Sale don Juan).
Don Juan
Siempre en casa ha de haber priesa...
Pero, don Diego, ¿aquí estáis?
Pues ¿qué en la casa buscáis
de mi prima la condesa?
Don Diego
¿Yo?
Don Juan
Sí.
Don Diego
No lo puedo creer.
¿A mí?...
Don Juan
¿No habéis escuchado?
Don Diego
(Aparte).
¡Vive Dios que me he turbado
y no sé qué responder!
Don Juan
¿No habláis?
Mosquito
Yo, señor, de un tiro
p. 110con mi señor iba al Prado,
y aquí nos hemos topado
por la plaza del Retiro.
Don Diego
(Aparte, a Mosquito).
¿Qué haces?
Mosquito
El diablo lo fragua.
¡De quien me parió reniego!
Don Juan
¿Por qué no me habláis, don Diego?
Mosquito
Tiene la boca con agua.
Don Juan
¿Qué dices?
Mosquito
Que él iba aprisa,
y se entró aquí.
Don Juan
¿A qué se entró?
Mosquito
Yo..., cuando..., sí..., ¿qué sé yo?
Los dos íbamos a misa.
p. 111Don Juan
¡Villano! ¿Es eso burlar
de mí?
Don Diego
(Aparte).
Ya yo me cobré,
y ansí lo remediaré.—
Don Juan, yo os vengo a buscar.
Don Juan
¿Vos a mí?
Don Diego
A solas os quiero.
Don Juan
Pues por mí, yo solo estoy.
Don Diego
Pues vete tú.
Mosquito
Ya me voy.
(Aparte).
Clavose este majadero.
(Vase).
Don Juan, don Diego.
Don Juan
Ya estamos solos.
Don Diego
Don Juan,
yo me caso con mi prima,
que, aunque ella no me merezca,
en efeto, ha de ser mía.
Yo, en efeto, como digo,
vengo aquí, porque en mi vida...
(Aparte).
¡Por Dios, que he perdido el hilo
de lo que decir quería!
Don Juan
Proseguid.
Don Diego
Ya voy al caso;
la memoria es quebradiza.
Desde Burgos a Madrid
hay cuarenta leguas chicas...
Pienso que hay más... No, no hay tantas.
Don Juan
Pues eso ¿a qué se encamina?
p. 113Don Diego
¿Las leguas no son del caso?
Don Juan
Pues el camino ¿a qué tira?
Don Diego
¿Tan poco importa el camino?
Don Juan
Pues ¿qué importa?
Don Diego
¿Esto no estriba
en resolución? Pues alto.
Señor mío, yo quería
saber de vos a qué intento
entráis en cas[10] de mi prima.
[10] En casa.
Don Juan
Pues ¿por qué lo preguntáis?
Don Diego
¿Por qué? ¡La duda es muy linda!
Porque he de ser su marido.
Don Juan
(Aparte).
¡Vive Dios, que la salida
que ha buscado, aunque el engaño
p. 114que yo deseo acredita,
pues lo hace por deslumbrarme,
a un grave empeño me obliga,
que aunque es necio es caballero!
Don Diego
¿No habláis? ¿Me dais con la misma?[11]
Pues yo esto vengo a saber.
[11] ¿Os calláis?
Don Juan
La pregunta es tan indigna,
que no merece respuesta;
pero si ha de ser precisa,
yo os la daré.
Don Diego
No, tened,
que yo tengo en esta villa
más de cuatrocientas damas
que a mi casamiento aspiran.
Yo os lo digo por si acaso
vuestro amor a Inés se inclina,
que yo alzaré mano della,
porque vuestra bizarría
me ha enamorado, y no quiero
que os dé mi boda un mal día.
Don Juan
Yo os digo que no os respondo.
p. 115Don Diego
Según eso, ¿vuestra mira
no debe ser a Inés,
sino a Leonor?
Don Juan
Esa misma
es la pregunta pasada,
que ya tenéis respondida.
Don Diego
¡Ah, cómo os di yo en el alma!
En los ojos se averigua.
Leonor es la que os abrasa.
Don Juan
No hagáis vos respuesta mía
la que yo no os quiero dar,
y si el negarlo os irrita,
ya os digo...
Don Diego
No os enojéis,
que aquesto, ¡por vida mía!,
que es querer ser vuestro amigo.
Don Juan
Mi voluntad os lo estima;
mas no hablemos más en esto.
p. 116Don Diego
Mi duda está concluida.
Quedad con Dios.
Don Juan
Él os guarde.
Don Diego
Y entended que en mi caricia
tenéis el lugar de un primo.
Don Juan
Deuda es de mí agradecida.
Don Diego
(Aparte).
No es nada el equivoquillo.
Mi ingenio es todo una chispa.—
Quedaos, no paséis de aquí.
Don Juan
No me excuséis que yo os sirva.
Don Diego
Yo os iré sirviendo a vos.
Don Juan
Yo he de lograr esa dicha.
Don Diego
(Aparte).
¡Ah, qué bien que se la pego!
p. 117Don Juan
(Aparte).
Ya él me ha creído la prima.
(Vanse).
Zaguán en casa de don Tello.
Sale Mosquito y Beatriz, de criada.
Mosquito
Dame cuatro mil abrazos,
ingeniosa Beatricilla,
que has hecho el papel mejor
que pudiera celestina.
Beatriz
¿Parecía yo condesa?
Mosquito
¿Qué es condesa? Parecías
fregona en paños mayores.
Beatriz
Y si él creyó la postiza,
¿en qué ha de parar el cuento?
p. 118Mosquito
Pues eso, ¿no lo imaginas?
En que te cases con él.
Beatriz
¿Yo? ¡Madre de Dios bendita!
Primero fuera beata
de aquestas arrobadizas.
Mosquito
Calla, boba, que don Juan,
que es a quien le va la vida,
lo ha de pagar por entero,
y de la paga, la liga
tomarás tú, y yo la media.
Beatriz
Eso de la media explica,
porque tiene muchos puntos.
Mosquito
Entremos en casa aprisa,
que aquí en el zaguán estamos
a riesgo de una avenida.
Beatriz
Vamos, no me vea el viejo.
Mosquito
¿Y hemos de entrarnos a frías?
¿No me darás un abrazo?
p. 119Beatriz
Y quince.
Mosquito
¿Con eso envidas?
(Sale don Diego y cógelos abrazados).
Don Diego.
Don Diego
Grande empresa he conseguido,
y escaparme fue gran dicha.
Pero, ¿qué miro?
Beatriz
(Aparte, a Mosquito).
¡Ay, Dios mío!
Don Diego, y a letra vista
nos ha cogido.
Mosquito
¡Jesús!
Don Diego
(Aparte).
O estoy loco, o juraría
que es la condesa.
p. 120Beatriz
(Dale a Mosquito).
¡Villano!
¿Tú a mí engañarme querías?
¡Viven los cielos, traidor,
que en ti he de vengar mis iras!
Mosquito
(Aparte).
¿Qué haces, mujer del demonio?
Beatriz
¡Traidor! ¿Tú a engañarme ibas?
¡A una mujer de mi estado
le finges alevosías!
Don Diego
(Aparte).
¡Viven los cielos, que es ella!—
Señora, pues ¿qué os irrita
este pícaro, que os hallo
en una acción tan indigna
y en tan indecente traje?
Beatriz
Siendo vuestra la malicia,
¿lo dudáis, mal caballero,
que con aleves caricias
engañáis nobles mujeres?
¿Es bien robarme la vida,
prometiendo ser mi esposo,
p. 121estando con vuestra prima
para desposaros hoy?
Don Diego
Señora, ¿quién tal mentira
os ha dicho?
(Aparte).
¡Vive Dios,
que sabe ya la cartilla!—
Mosquito
(Aparte).
¡Remediolo bravamente!
Beatriz
Yo lo sé de quien me avisa
de todos vuestros engaños;
y por ver vuestra malicia
con mis ojos, he venido,
llena de ansias y fatigas,
disfrazada y sin respeto,
donde he sabido que es fija
la boda para esta noche.
Mosquito
(Aparte).
¡Oh, gran Beatriz, fondo en tía!
Don Diego
(Aparte).
No es nada lo que obra el talle.
Tomen, si purga la niña.—
p. 122Señora, ¡viven los cielos!,
que aunque está ya prevenida,
es sin mi consentimiento,
y porque quedéis vencida,
yo haré aquí un remedio breve.
Beatriz
¿Cuál es?
Don Diego
Daros una firma
con tres testigos.
Beatriz
Pues yo,
¿qué he de hacer della, ofendida?
Don Diego
Sacarme por el vicario,
si este tío me da prisa.
Mosquito
Esto es peor, que en mentando
el ruin, es sentencia fija
que ha de cumplirse el refrán.
El viejo viene.
Beatriz
Sería
gran desdicha que me viera
en una acción tan indigna.
p. 123Don Diego
¿Os conoce?
Beatriz
No, mas basta
que me vea.
Don Diego
Pues, aprisa,
escondeos.
Beatriz
¿Dónde puedo?
Don Diego
Detrás desa puerta misma.
Beatriz
Todo es decente en un riesgo.
Mirad que mi honor peligra
en que ninguno me vea.
(Vase).
Don Diego
Si viniera Atabaliba[12]
y Montezuma, no os viera
hasta costarme la vida.—
Disimula tú, y finjamos
que bajábamos de arriba.
[12] Último rey del Perú.
Mosquito
Pienso que el viejo lo ha visto;
que trae aceda la vista.
Sale don Tello.
Don Tello
¿Don Diego?
Don Diego
¿Tío y señor?
Don Tello
¿Es deshecha esa alegría?
¿Paréceos acción decente
que en casa de vuestra prima
habléis con una mujer
tapada, la tarde misma
que con ella os desposáis?
Don Diego
¿Yo mujer?
Mosquito
(Aparte).
¡Ay, Beatricilla!,
que aquí dio fin el enredo.
Don Tello
Negarlo es buena salida,
acabando yo de ver
que está en mi casa escondida.
p. 125Don Diego
Mirad, señor, que es engaño.
Don Tello
¡Vive Dios!, que si porfía
vuestro desacato, yo
la he de sacar.
Don Diego
Poca prisa;
porque esta caza es vedada,
y está la guarda a la mira.
Don Tello
Pues ¿a mí me decís eso?
Don Diego
A vos y a vuestras dos hijas.
Don Tello
¿Yo no he de entrar en mi casa?
Don Diego
A eso, ni vos ni mi tía.
Don Tello
Villano, ¡viven los cielos!,
que de tan grande osadía
tomaré satisfacción.
Don Diego
Aunque perdiera mil vidas,
no habéis de ver esta dama.
(Empuñan las espadas).
p. 126Don Tello
Pues yo haré que lo permitas.
Sale doña Inés por la puerta del medio, y don Juan por otra.
Doña Inés
Padre y señor, ¿vos la espada?
Don Juan
Don Tello, aquí está la mía.
Don Tello
Para el castigo que intento
sobran armas a mis iras.
Don Diego
(Aparte).
¡Esto es peor, vive el cielo!;
que si don Juan ve a su prima,
no tiene salida el lance.
Don Tello
Villano, a esa mujercilla
sacaré yo deste modo.
Don Diego
(Aparte, a don Tello).
Detente, señor, y mira
p. 127que esta dama es de don Juan,
con mucho estrecho, y peligra
su honor y mi vida en esto.
Don Tello
¿Que esta es su dama?
Don Diego
Esta misma.
Doña Inés
(Aparte).
¡Ah, traidor! ¿Qué es lo que escucho?
¿Esto encubierto tenías?
Don Tello
(Aparte).
¡Buena la intentaba yo!
Turbado me ha la noticia.—
¡Cuerpo de Dios! ¡No dijerais
que aquesa mujer venía
a ampararse a vos de un riesgo!
Llamadla, y idos aprisa,
que yo os guardaré la espalda.
(Saca don Diego a Beatriz).
Beatriz, tapada. Dichos.
Don Tello
(Primero a Beatriz, luego a don Diego).
Tapaos, señora, — y seguidla.
p. 128Don Diego
Señora, venid tras mí.—
Perdonad, señora prima;
que yo con quien vengo vengo.
(Vase con ella tapada por delante de ellos).
Mosquito
(Aparte).
Escapose Beatricilla;
salto y brinco de contento.
Mas preciso es que la siga;
que librarla deste bobo
es acción no menos fina.
(Vase).
Don Tello, don Juan, doña Inés.
Don Tello
(Aparte).
Detener yo ahora a don Juan,
porque no pueda seguilla,
será lo más importante.—
Don Juan, fuerza es que yo siga
a don Diego, por si acaso
en este empeño peligra.
Quedaos vos aquí.
Don Juan
Eso fuera
p. 129faltar yo a la deuda mía,
sabiendo que va con riesgo.
Don Tello
Es que para la acción misma
os he menester yo aquí.
Don Juan
Siendo así, aquí está mi vida
para arriesgarla por vos.
Don Tello
Mi amistad de vos lo fía.
(Aparte).
Hasta que él esté seguro
le guardaré yo esta esquina.—
(Vase).
Doña Inés, don Juan.
Don Juan
Inés, señora, a este lance
queda mi fe agradecida,
por hablarte con seguro.
Doña Inés
Si eso a engañarme camina,
ya no lo podrás, ingrato;
p. 130pues tu traición conocida,
por no dudarla, me ha puesto
el desengaño a la vista.
Don Juan
¿Qué es lo que decís, señora?
¿Yo traición? ¿En qué imaginas
que la tenga una fineza
que no hay luz que la compita?
Doña Inés
Pero hay luz que la descubra,
y a bien poca se averigua;
pues es tal tu desenfado,
que tienes dama tan fina
que, ofendiendo tu decoro,
a un hombre que no ha tres días
que está en Madrid, tus finezas
y su liviandad publica.
Don Juan
Señora, ¡viven los cielos!,
que, ajeno de esas malicias,
no puedo entender tu queja,
ni sé de qué se origina.
Doña Inés
Pues yo, no ajena, don Juan,
de tu traición fementida,
y ya más desesperada,
negándomelo a la vista,
p. 131te lo diré, aunque al decirlo
mayor empeño se siga;
piérdase lo que se pierda,
donde se pierde mi vida:
esa dama, que a su amparo
aquí a don Diego le obliga,
tú eres de quien la recata,
y ella de ti se retira;
y pues sabe un forastero
que es tan tuya, que peligra
hallándola tú con otro,
mira si es tu alevosía
tan recatada, que al verla
de mucha luz necesita.
Y sabiendo que la he visto,
sabrás que más (que) en tu vida
no has de ponerte a mis ojos;
que yo, pues la culpa es mía
en dar el alma a un traidor,
pues mi muerte me castiga,
obedeciendo a mi padre,
me vengaré de mí misma.
Don Juan
Oye, señora.
Doña Inés
Es en vano.
Don Juan
Tente, por Dios.
p. 132Doña Inés
Más me irritas.
Don Juan
Pues ¿no me oirás?
Doña Inés
¿Qué he de oírte?
Don Juan
Que ha sido ilusión.
Doña Inés
Mi dicha.
Don Juan
¿Quién te ha dicho esos engaños?
Doña Inés
Don Diego, que lo publica,
y yo, que lo vi.
Don Juan
¿No sabes
su locura?
Doña Inés
Si porfías,
harás, don Juan, que en mi ofensa
pase a despecho la ira.
(Vase).
p. 133Don Juan
¡Vive el cielo, que este necio
ha de costarme la vida!
Iré a buscarle, y a ver
de dónde nace este enigma.
p. 134
Calle.
Salen Beatriz, tapada; don Diego y Mosquito.
Beatriz
Ya será el pasar de aquí
arriesgarme a otro cuidado.
Don Diego
Compañía de ahorcado
no es, señora, para mí.
Yo os he de dejar segura
y sin lesión, ¡vive Dios!,
y hasta que lo estéis, con vos
he de ir a Dios y a ventura.
Beatriz
(Aparte, a Mosquito).
Mosquito, ¿qué hemos de hacer
si él da en este desatino?
p. 135Mosquito
Aquí no hay otro camino
sino arrancar a correr
para escapar de este lobo.
Beatriz
¿No le sabrás tú apartar?
Mosquito
Nadie se sabe librar
de un bobo, sino otro bobo.—
Don Diego
¡Secreto para conmigo!
¿Qué te dice?
Mosquito
Que va agora
la condesa, mi señora,
muy asustada contigo.
Don Diego
Eso es tomallo al revés;
pues ¿no voy a defendella,
aunque venga contra ella
el Armada del Inglés?
Mosquito
Es que estáis junto a la entrada
de su casa, y si los dos
llegáis, la verán con vos.
p. 136Don Diego
¿Qué importa, si va tapada?
Mosquito
Pues si ven a tu beldad
seguirla, ¿no es cosa expresa
que han de creer que es la condesa?
Don Diego
Esa es la pura verdad,
pero si dejarla intento
cuando de mí se amparó,
y sucede algo, estoy yo
obligado al saneamiento;
y así, es imaginación
que yo haga esa liviandad.
Beatriz
¿No veis que eso es necedad?
Don Diego
Mas que sea discreción.
Vos no os habéis de ir sin mí;
y creed, si esto no os basta,
que he de acompañaros hasta
el postrer maravedí.
Beatriz
Ya que estáis determinado,
venid, pues eso queréis,
y a la puerta no lleguéis.
p. 137Don Diego
No he de ir sino hasta el estrado;
no lo excuséis.
Mosquito
¡Guarda, Pablo!
Beatriz
¿Vos en mi casa tras mí?
Pues ¿qué peligro hay allí?
Don Diego
¿Qué sé yo lo que hará el diablo?
Mosquito
(Aparte).
Por aquí la he de escapar.—
Señor, advierte una cosa:
que esta condesa es golosa,
y esto lo hace por entrar
sola en ese confitero
a comprar dulces sin susto.
Don Diego
Tiene lindísimo gusto;
a eso entraré yo el primero.
Mosquito
¿Llevas dinero?
Don Diego
Ni blanca.
p. 138Mosquito
Pues ¿a qué has de entrar allá?
Don Diego
Pues ¿qué riesgo en eso habrá?
Mosquito
Donde está tu mano franca
¿has de consentirla que
pague lo que a comprar va?
Don Diego
¿Eso dudas? Claro está
que se lo consentiré.
Mosquito
¿A la condesa?
Don Diego
¿Pues no?
¿Eso quieres que la arguya?
Ni aun a una criada suya
no se lo estorbara yo.
Mosquito
¿Qué dices? Que eso es quedar
en una acción afrentosa.
Don Diego
Hermano, si ella es golosa,
¿téngolo yo de pagar?
p. 139Mosquito
(Aparte).
Aquesto es cosa perdida.
Beatriz
¡Ay, desdichada de mí!
Don Juan viene por allí.
Mosquito
¡Su primo, pese a mi vida!
Don Diego
¿Quién?
Mosquito
Don Juan, de par en par.
Don Diego
Pues ahora, ¿qué hemos de hacer?
Mosquito
Irnos, y tú defender[13]
que no nos pueda alcanzar.
[13] Impedir, prohibir.
Don Diego
Y si no puedo atajalle,
si acaso viene muy fuerte,
¿qué he de hacer?
Mosquito
Dalle la muerte.
Don Diego
¿Dalle la muerte?
Mosquito
O matalle.
Don Diego
¿Y si no trae mal humor
y detenelle por bien
puedo?
Mosquito
Matalle también.
Don Diego
Pues ¡sus! Manos a labor.
Beatriz
No permitáis que se acabe
de arriesgar la vida mía.
Don Diego
Váyase vueseñoría,
que ya estoy pensando el cabe.
Mosquito
Detenedle bien.
Don Diego
Sí haré.
p. 141Mosquito
Ya podemos escurrir.
Beatriz
Detenedle sin reñir.
Don Diego
Sin reñir le mataré.
Mosquito
(Aparte, a Beatriz)
Arranquemos a correr
mientras él queda en arrobo.
Beatriz
¡Jesús! Harta voy de bobo.
Mosquito
No es poco para mujer.
(Vanse).
Don Diego; luego, don Juan.
Don Diego
A mucho quedo empeñado,
si este hombre en seguirla da.
Pero bien hecho será;
que un primo es medio cuñado.
(Sale don Juan).
p. 142Don Juan
En haberme detenido
con tal cuidado don Tello
reconozco que es verdad
lo que les dijo don Diego;
y pues aquí le he alcanzado,
he de averiguar su intento.
Don Diego
(Aparte).
Hombre, mira lo que haces,
que vas andando y muriendo.
Don Juan
¿Señor don Diego?
Don Diego
Don Juan,
¿qué queréis?
Don Juan
Buscando os vengo.
Don Diego
Como no paséis de aquí,
seré muy servidor vuestro;
mas si pasáis adelante,
¡por las llaves de san Pedro!,
que lo habéis de pasar mal.
p. 143Don Juan
Lo que yo deciros quiero
aquí os lo puedo decir.
Don Diego
De vida sois, según eso.
Don Juan
Vos habéis dicho delante
de vuestra prima y don Tello
que aquella mujer tapada,
que agora os iba siguiendo,
la recatabais de mí
por importarme su empeño.
Yo sé que esto es imposible,
porque yo en Madrid no tengo
mujer que pueda importarme
ni por amor ni por deudo;
y siendo ansí que es fingido,
de vos entender pretendo
para qué fin lo fingisteis.
Don Diego
(Aparte).
Esto es peor, ¡vive el cielo!,
porque si él fuera tras ella
le matara sin remedio,
porque ya lo había pensado;
pero matarle por esto
no lo he pensado, y no es fácil.—
p. 144Don Juan
¿Qué decís?
Don Diego
Ya voy a ello.
Señor don Juan, que yo dije
a mi tío ese embeleco
para escaparme de allí
es verdad, y no lo niego;
que lo que yo una vez digo
ha de estar dicho in æternum.
Pero eso, ¿a vos qué os importa?
Don Juan
Pues, ¿vos, siendo caballero,
lo dudáis? El que se entienda
que dama o parienta tengo
tan liviana que de mí
anda con otros huyendo.
Don Diego
Pues si vos sabéis que es falso,
y os aseguráis en eso,
¿qué importa que yo os lo diga?
Don Juan
El que no lo piensen ellos;
que la opinión no es lo que es,
sino lo que entiende el pueblo.
p. 145Don Diego
Pues ¿mi tío es pueblo acaso?
Don Juan
Es parte dél, que es lo mesmo.
Don Diego
Don Juan, esto no os importa
más de que no tenga celos
Leonor de lo que yo dije,
como es vuestro galanteo.
Remediado esto, ¿habrá más?
Don Juan
Yo no os pido nada de eso.
Don Diego
Pues veis aquí que lo dije,
que es la verdad; ¿qué remedio?
Don Juan
Que vos habéis de decir
a todos los que lo oyeron
el intento que tuvisteis,
y que yo os obligo a ello.
Don Diego
No es nada la añadidura:
¿desdecirme yo? Eso es bueno.
Antes me volviera moro.
Don Juan
Pues aquí no hay otro medio.
p. 146Don Diego
Pues más que nunca le haya.
¡Bien quedaba yo con eso
para ir a la plaza en Burgos
a hablar con los caballeros;
que el toro de las dos madres
no hiciera más ruido entre ellos!
Don Juan
Pues ¿cómo habéis de excusallo?
Don Diego
¿Cómo? ¡Por Dios, que me huelgo!
¿Usted me tiene por rana,
con dos manos y diez dedos,
y cinco palmos de espada,
y libra y media de acero?
Don Juan
Pues aguardad, y veamos
si es más posible otro medio:
¿esa mujer os importa?
Don Diego
Y mucho; y a no ser eso,
si ella no me importa, a ella
le importo yo, que es lo mesmo,
porque me quiere que rabia.
Don Juan
Pues si vos sabéis que es cierto
p. 147que ella no me importa a mí,
dadle a entender a don Tello,
con acaso o con industria,
quién es, para que con esto
se sepa que no es mujer
con quien dependencia tengo.
Don Diego
(Aparte).
¡Por Dios, que la hacíamos buena!
¡Que me pida el majadero
que yo publique a su prima!
¡Válgate el diablo el empeño!
Yo no sé cómo él lo oyó,
porque lo dije bien quedo.
Don Juan
¿Os parece esto mejor?
Don Diego
¿Vos tenéis entendimiento?
¿Yo manifestar la dama?
No se pide eso a un gallego.
Don Juan
Pues, don Diego, aquí no hay modo
de excusarse nuestro duelo,
porque yo no he de apartarme
de vos sin ir satisfecho.
p. 148Don Diego
Pues veníos a mi lado;
que yo os doy licencia de eso,
(Aparte)
como durmamos aparte.—
Don Juan
Pero esto ha de ser riñendo.
Don Diego
(Aparte).
¡Más matalla! ¡Vive Dios!,
que si reñimos por esto,
se ha de enojar la condesa;
porque es fuerza del empeño
de librarla de su primo,
y si le mato, la pierdo.
Pues matalle si reñimos,
ya pienso que lo estoy viendo,
que al primer uñas abajo[14]
se me resbala, y laus Deo.
[14] Estocada.
Don Juan
Don Diego, si esto ha de ser,
ya es en vano perder tiempo.
Don Diego
En fin, ¿hemos de reñir?
p. 149Don Juan
No tiene el lance otro medio,
y si ha de ser...
Don Diego
Aguardad.
Don Juan
Pues ¿qué queréis?
Don Diego
Que primero
protesto que soy forzado,
porque importa para el cuento.
Don Juan
Eso a mí nada me importa.
Don Diego
¡Válame Dios! Yo me entiendo.
Don Juan
Sacad, don Diego, la espada.
Don Diego
Comenzad diciendo el Credo,
y abreviadle.
Don Juan
¿Para qué?
p. 150Don Diego
Por no daros hasta el tiempo
de la vida perdurable.
Don Juan
Eso agora lo veremos.
Sale don Mendo.
Don Mendo
¿Qué es esto, primo? — ¿Don Juan?
Don Juan
Los dos tenemos un duelo
que nos obliga a reñir,
y vos, como caballero,
no nos lo habéis de estorbar.
Don Mendo
Si es justo, yo lo prometo.
Don Juan
Es justo, y él lo dirá.
Don Diego
No es sino injusto y muy necio.
(Aparte).
Yo me he de escapar del lance,
p. 151enredando en él a Mendo.—
Primo, don Juan galantea,
como lo muestra su intento,
a nuestra prima Leonor.
Yo, por salir sin empeño
con una mujer de casa,
queriéndola ver mi suegro,
que era cosas de don Juan
dije a mi tío en secreto,
llegando él a esta ocasión,
por salir della sin riesgo.
Desto resulta sin duda
que Leonor dél tenga celos,
y él, para satisfacerla,
que esto no puede ser menos,
quiere que yo me desdiga;
yo le digo que no puedo.
Sobre esto hemos de reñir;
venistes vos a este tiempo,
y no he de reñir yo agora,
porque no es igual el riesgo,
que un primo al lado es ventaja,
como lo dice el proverbio.
Esto supuesto, don Juan,
buscadme vos cuerpo a cuerpo,
que solo yo os reñiré
cuanto fuere gusto vuestro,
menos lo que fuere justo.
Adiós, primo.
(Vase).
Don Mendo, don Juan.
Don Juan
Oíd, don Diego.
Don Mendo
Esperad, señor don Juan,
que ya con mi primo el duelo
no tenéis, sino conmigo,
y aquello es después de aquesto.
Don Juan
¿Por qué?
Don Mendo
Porque habiendo causa
de reñir en dos empeños,
de ser llamado a llamar,
el ser llamado es primero.
Don Juan
Pues vos, ¿por qué me llamáis?
Don Mendo
Porque yo a casarme vengo
con doña Leonor, mi prima,
siendo vos testigo dello,
y habiéndoos hecho mi amigo,
galantearla en secreto
p. 153es traición, y vos debiérais,
a ley de buen caballero,
decírmelo llanamente
antes que yo hubiera hecho
empeño en la voluntad,
que entonces estaba a tiempo
de ver lo bien que me estaba
sin el dolor de los celos.
Y pues esta queja es justa,
salgamos al campo luego,
que allí de esta sinrazón
me satisfará mi acero.
Don Juan
Si la queja que tenéis
por lo que dijo don Diego,
antes de llamarme al campo
me la hubiérades propuesto,
yo os dejara aquí sin ella.
Mas ya llamado al empeño,
no os quiero satisfacer,
aunque era razón y puedo,
porque después de reñir
quiero que vos, satisfecho,
sepáis que, por no excusarlo,
no os satisfice, pudiendo.
Don Mendo
Si eso es así, yo os lo pido.
Don Juan
Yo os respondo que no puedo
p. 154Don Mendo
Pues vamos a la campaña.
Sale don Tello.
Don Tello
Tened; ¿dónde vais, don Mendo?
Don Mendo
Señor, yo a don Juan al campo
a divertirnos le ruego
que vamos, y este favor
recibo dél.
Don Juan
Yo os lo debo,
por serviros. A esto vamos,
si dais licencia, don Tello.
Don Tello
Yo a don Mendo he menester,
y de tal divertimiento
siento estorbaros el gusto.
(Aparte).
En lo que oí y lo que veo
en sus semblantes, conozco
que iban los dos a algún duelo,
y habiéndomelo negado
averiguarlo no puedo.
p. 155Esto sin duda resulta
de aquel lance de don Diego,
que no le he podido hallar,
para saber el empeño.
Estorbarlo aquí es forzoso,
hasta ver el fundamento.—
Don Mendo, veníos conmigo.
Don Mendo
Voy, señor, a obedeceros.
(Aparte a don Juan).
Forzoso es disimular,
por mi tío, nuestro intento.
Don Juan
Sois atento, yo os lo estimo,
mas ya faltaros no puedo.
Don Mendo
Yo en pudiendo os buscaré.
Don Juan
Forzosamente soy vuestro.
Don Tello
¿Qué es lo que decís, don Juan?
Don Juan
Me despido de don Mendo.
p. 156Don Tello
No os despidáis, que también
a vos os pido lo mesmo.
Don Juan
Iré gustoso a serviros.
Don Tello
(Aparte).
Ansí asegurarlos quiero.—
Venid conmigo.
Don Juan
Ya vamos.
Don Mendo
(Aparte, a don Juan).
Lo dicho, dicho.
Don Juan
Eso ofrezco.
(Vanse).
Sala en casa de don Tello.
Sale doña Inés y Leonor.
Doña Inés
Esto pasa, Leonor; don Juan, ingrato,
me pagó con tal trato
la fe que me debía.
p. 157Doña Leonor
Y ¿sabes tú si la verdad sería
la que dijo don Diego?
Doña Inés
Mira tú si es verdad, pues se fue luego,
y en su traición vencido,
aún no me ha vuelto a ver.
Doña Leonor
Eso habrá sido
porque te vio irritar de su porfía,
y tú que no te vea le has mandado.
Doña Inés
Si por eso no ha vuelto, Leonor mía,
o no sabe de amor, o está culpado;
que en celos que despiden al amante
nunca habla el corazón, sino el semblante.
El pecho más furioso y enojado,
de celos asaltado,
cuando de oír satisfacción se excusa,
no la despide porque la rehúsa,
sino la esfuerza, y cuando la revoca
por oírla mayor, no quiere poca;
que la mujer de celos mal herida
que a su amante despida,
cuando él vuelve y rendido se le ofrece,
aun la satisfacción tibia agradece;
porque, cuando es de poco fundamento,
no agrada la razón, sino el intento.
p. 158Yo, Leonor, por mi daño
he visto cara a cara el desengaño,
y pues yo de mi culpa soy testigo,
le lograré aunque sea en mi castigo.
Yo a mi padre no tengo resistencia;
mi decoro es la ley de mi obediencia.
A esta atención, aun dél correspondida,
por no faltar perdiera yo la vida,
pues ya que dél estoy tan agraviada,
con mi muerte he de verme castigada.
Hoy a don Diego le daré la mano.
Si tarde he de morir, alivio gano,
pues solo de esta suerte
puedo abreviar los plazos a mi muerte.
Doña Leonor
Pues caso que don Juan te haya faltado,
casarte con un hombre tan privado
de razón y de gusto ¿es buen remedio?
Doña Inés
Para morir más presto, ese es el medio.
Doña Leonor
Don Juan viene aquí dentro.
Doña Inés
Pues, hermana,
yo sé de Amor la condición tirana,
y aunque en mi mismo honor haga el estrago,
lo atropellaré todo por su halago.
p. 159Si le veo, aunque sea desatento,
no me he de resolver a lo que intento.
Tú mi resolución le manifiesta,
que yo a esperarte voy con la respuesta.
Doña Leonor
Pues ¿eso intenta tu rigor? ¿No advierte
que él sin duda vendrá a satisfacerte?
Doña Inés
De eso quiero excusarme,
porque más creo que vendrá a engañarme.
Doña Leonor
Pues hasta verlo, espérale siquiera.
Doña Inés
¿Qué le faltaba a Amor si ver pudiera?
Doña Leonor
En fin, ¿no le has de ver?
Doña Inés
Eso pretendo.
Doña Leonor
Pues yo se lo diré.
Doña Inés
De él voy huyendo;
pero, ¿qué les importa a mis enojos
p. 160si dejo al corazón con huir los ojos?
Pero si vuelvo, ¡por quien soy!, no miro
que perezosamente me retiro.
Mucho rigor es este que resuelvo.
De aquí le oiré, que ni me voy ni vuelvo.
Sale don Juan.
Don Juan
Llegando don Tello a casa
nos mandó en ella esperarle,
y fue a buscar a don Diego;
sin duda presume el lance.
Si entre tanto hablar pudiese
a Inés, fuera alivio grande
de la pena en que me tiene.
Doña Leonor
Señor don Juan, Dios os guarde.
Don Juan
¿Hermosa Leonor?
Doña Leonor
Mi hermana,
viéndoos pasar adelante,
al entrar por esa sala,
se retiró; perdonadme
p. 161que os diga que por no hablaros,
que no puedo yo quitarle
a esta noticia forzosa
lo que tiene de desaire.
De dárosla me excusara;
mas me ha obligado a que os hable
por ella, y entre ella y vos
es fuerza que a vos os falte.
Mi hermana, señor don Juan
—no sé si quejas lo causen
o la precisa obediencia
del precepto de mi padre:
uno u otro, o esto solo,
que aunque nazca de ambas partes,
es sin duda que esta ley
será lo que más la arrastre—,
hoy se casa con mi primo,
y desto el retiro nace,
que no fuera justo hablaros
estando en este dictamen
con esta resolución.
Don Juan
No paséis más adelante,
señora, si no intentáis
que el corazón me traspasen
las flechas que mi desdicha
de mis finezas le hace.
Si eso nace de su queja,
la luz del cielo me falte,
o la de sus ojos bellos,
p. 162que es otra, pero más suave,
si he dado causa a su enojo,
y piérdala yo esta tarde
si en mí de otro pensamiento,
aun lo que no es culpa, cabe.
Si su primo me ha culpado,
malicioso o ignorante,
cualquiera engaño es delito
si no se espera el examen.
Condenar sin causa a un reo
es rigor, y, ya que pase,
no otorgarle apelación
es gana de condenarle.
Y si es tan severa ley
el precepto de su padre,
máteme su ejecución,
mas ella no la adelante.
Muera yo a no poder más,
porque mi estrella me ultraje;
mas no ella, que no es todo uno,
que ella o mi estrella me maten.
Doña Inés
Bien huía yo de oírle.
¡Oh, Amor tirano, cobarde,
a la ofensa tan ligero
como al rendimiento fácil!
Doña Leonor
Don Juan, a vuestras razones,
aunque muevan mis piedades,
p. 163no puedo yo responderlas,
que, aun por consuelo, es en balde.
Esto me mandó deciros
mi hermana, y agora darle
esa respuesta por vos
es cuanto está de mi parte.
A esto voy. ¡Guárdeos el cielo!
Don Juan
¿Podré esperar?
Doña Leonor
No se agravie
vuestro amor si no saliere,
que, si no es que ella lo mande,
yo no tengo a qué volver.
Adiós.
(Sale don Mendo al paño, oyendo el postrer verso).
Don Juan
Leonor, escuchadme.
Don Mendo
¡Válgame el cielo! ¿Qué veo?
Doña Leonor
¿Qué dices?
p. 164Don Juan
Pues son crueldades,
que las templéis os suplico.
Doña Leonor
Cuanto está aquí de mi parte,
ya lo sabes, eso haré.
Don Juan
En fin, ¿no decís que aguarde?
Doña Leonor
No está en mi mano, don Juan;
esto es fuerza, perdonadme.
(Vase).
Don Mendo, don Juan, doña Inés, oculta.
Don Juan
Pues yo, antes que su rigor,
iré a que mi amor me mate.
Don Mendo
Para eso está aquí mi espada,
cuando ese despecho os falte.
Doña Inés
¡Cielos, don Mendo ha venido
y salir no puedo a hablalle!
p. 165Don Juan
¿Qué es lo que decís, don Mendo?
Don Mendo
Que ya en mi enojo no caben
más dilaciones, don Juan,
cuando, después de avisarme
que amáis a Leonor don Diego,
desa culpa hallo este alarde.
Salgamos, don Juan, al campo,
que ya, aunque pudierais darme
satisfacción muy precisa,
no la quiere mi coraje.
Don Juan
Pues hacéis mal, ¡vive Dios!,
que ya roto el primer lance,
en este, por muchas causas,
os la diera yo bastante.
Don Mendo
Pues salgamos a reñir.
Don Juan
Vuestro es el puesto, guiadme.
Doña Inés
¿Qué escucho? ¡Válgame el cielo!
Don Mendo
A vos os toca ir delante.
p. 166Don Juan
No toca eso sino a vos,
que habéis de escoger la parte.
Don Mendo
Pues venid, si a mí me toca.
Don Juan
Ya os voy siguiendo.
Doña Inés
(Saliendo).
—¡Ay, pesares!—
Escuchad, señor don Mendo.
Don Mendo
¿Quién es?
Doña Inés
Quien, oyéndoos, sale
a excusaros ese empeño.
Don Mendo
No presumo que eso es fácil.
Doña Inés
Sí es, que yo puedo deciros,
fiada de vuestra sangre,
lo que de atento don Juan
es forzoso que os recate.
Vos al campo le llamáis
p. 167creyendo que a Leonor ame,
y sabed que va a reñir
de noble, mas no de amante.
Don Juan, señor, ha seis años
que, viéndome en el pasaje
de Méjico a España, puso
los ojos en mí, y él sabe
los desdenes, los rigores
que lloró su amor constante,
hasta ganarme licencia
para pedirme a mi padre.
Desde aquí les di a mis ojos
licencia para agradarse
de verle, y a los oídos
del contento de escucharle;
pero no a pasar de aquí,
porque el mismo sol no arde
en tan puros esplendores
como él recatos me aplaude;
que aunque confieso que tuve
inclinación a sus partes,
a su atención, su fineza,
en la mujer noble nace
la inclinación y el agrado
tan dentro de los umbrales
de su decoro, que apenas
el que la logra lo sabe.
Y inferid con la pureza
que pudo serme agradable
la asistencia de su amor,
pues siendo ya, por mi padre
p. 168y vuestro primo, imposible
que yo con don Juan me case,
sin escrúpulo lo dice
una mujer de mi sangre.
Esto supuesto, don Mendo,
conoceréis cuán de balde
vuestro temor os provoca,
cuando don Juan es mi amante.
De esto no os quedará duda,
porque fuera error notable
presumir que una mujer
de mi obligación os llame
y, compasiva del riesgo
que ve en reñir dos galanes,
quiera fingirse un desdoro
para excusarlos un lance.
La fineza que don Juan
por mí en su silencio añade,
se la pago en publicar
lo que en él fuera desaire.
Y a vos os pido, en albricias
de que sé que Leonor hace
tanta estimación de vos
como es justo que ella os pague,
que, cesando esto, no solo
deste caso no se hable,
mas quedando en vuestro oído
a la memoria no pase.
Y vos, don Juan, pues ya veis
el empeño de mi padre,
y que vuestra petición
p. 169no se previno a ser antes,
olvidad vuestro cariño,
que en los hombres es muy fácil.
Digo fácil, ¡ay de mí!...
Es pena más tolerable,
porque ellos pueden tener
sin culpa las variedades.
Y si esto os cuesta dolor,
que lo imposible lo aplaque,
o el retiro le mitigue,
o el sufrimiento le sane,
o, para que se la lleve,
dad vuestra esperanza al aire,
que a ser el de mis suspiros
yo sé que fuera bastante,
porque yo, siendo forzoso,
para el plazo desta tarde
he dispuesto mi obediencia,
como debo. Dios os guarde,
que yo, dejándoos amigos,
como es deuda en pechos tales,
voy contenta de haber sido
el iris de vuestras paces.
Don Mendo
Oíd, señora, escuchad,
que en un alivio tan grande
como el que de vuestro aviso
a mis esperanzas nace,
os debo yo, agradecido,
fineza que las iguale.
p. 170Doña Inés
¿Vos fineza a mí? ¿En qué modo?
Don Mendo
En hacer que vuestro padre,
sea o no contra mi primo,
a vos con don Juan os case.
Doña Inés
Esa fineza es por él
si él la solicita amante,
que para mí no es lisonja.
Don Juan
Señora, pues ¿tanto vale
el crédito de un engaño,
que por él así me trates?
Y agora, que estando ya
don Mendo de nuestra parte,
no importa que esto más sepa:
Seguí a don Diego, y él sabe
que confesó en su presencia
que solo porque tu padre
no viese aquella mujer...
Doña Inés
No vais, don Juan, adelante,
que aquesa es satisfacción,
y aquí no os la pide nadie.
(Aparte).
¡Oh, lo que miente el recato!—
p. 171Don Mendo
Señora, si deso nace
algún descontento vuestro,
yo, por hallarme delante,
soy testigo que don Juan
no la conoce ni sabe
quién es, y que él lo fingió.
Doña Inés
Eso, don Mendo, es tratarme
con más llaneza que es justo.
Don Juan, ni mujer, ni nadie
me ha dado desabrimiento;
pues ¿por qué me satisface?
(Aparte).
¡Quiera Amor que sea verdad,
que, aunque le pierda, es suave!
Don Juan
Si tu enojo lo publica,
¿qué importa que lo recates?
Doña Inés
Por no oír eso me voy.
Don Juan
Señora, escucha un instante.
Doña Inés
¿Qué me queréis?
p. 172Don Juan
Esto solo:
si don Mendo malograse
la dicha que ha prometido,
¿será tu amor de mi parte?
Doña Inés
¿Yo amor? No sé qué es amor.
Después de que yo me case
sabré deso, que ahora ignoro.
Don Juan
Aunque en mi pena lo calles,
lo permitirá tu agrado.
Doña Inés
Mirad que viene mi padre.
Don Mendo
Retirémonos, don Juan.
(Vase).
Doña Inés, don Juan.
Don Juan
Ya yo os sigo; id vos delante.
Señora no me permitas
p. 173que con tal dolor me aparte
de tu presencia.
Doña Inés
Don Juan,
¿qué me quieres? ¿Ya no sabes
los pesares que me cuestas?
Don Juan
Pues ¿ya no ves de qué nacen?
Doña Inés
¿Qué importa el verlo al perderte?
Don Juan
¿Eso no puede enmendarse?
Doña Inés
¡Pluguiera al cielo pudiese!
Don Juan
¿Qué dices?
Doña Inés
Que no te pares.
Don Juan
Eso es desvío.
Doña Inés
Es temor.
p. 174Don Juan
¡Qué pena!
Doña Inés
Que entra mi padre.
Don Juan
¡Mal haya el peligro!
Doña Inés
Amén.
Don Juan
Quédate adiós.
Doña Inés
Él te guarde.
(Vase don Juan).
Sale Beatriz.
Beatriz
¿Señora?
Doña Inés
Beatriz, ¿qué es eso?
p. 175Beatriz
Con el viejo en este instante,
si no corro, doy de hocicos.
Doña Inés
¿Dónde has estado esta tarde?
Beatriz
Señora, en un gran empeño.
Doña Inés
¿Qué ha sido?
Beatriz
Fui a echar los naipes
por que don Diego te deje,
y, según las cartas salen,
o mentirá el rey de bastos,
o no ha de querer casarse.
Doña Inés
¿Crédito das a esas cosas?
¿No ves que son disparates?
Beatriz
Pues ¿un rey ha de mentir?
Doña Inés
Deja esas vulgaridades.
p. 176Beatriz
Tú verás en lo que para.
Mas dejando esto a una parte,
¿hasta cuándo ha de durar
el estar yo, por mis paces,
de embozada en el retiro,
que es ya cosa intolerable?
Doña Inés
A mi padre hablaré agora.
Beatriz
Pues él y Mosquito salen,
y más que vienen hablando
en el caso de los naipes.
Doña Inés
¿Qué dices? Pues ¿eso es cierto?
Beatriz
Tú verás lo que ello pare,
y si quieres entendello,
retírate aquí un instante.
Doña Inés
Harelo, aunque es desatino,
por ver en ello a mi padre.
Salen don Tello y Mosquito.
Don Tello
Tú has de saber de este caso
todo lo que en ello hubiere.
Mosquito
Señor, cuanto yo supiere
lo diré más que de paso.
Don Tello
Pues yo te hallé en el zaguán.
¿Quién era aquella mujer?
Mosquito
La condesa era, a mi ver.
Don Tello
¿Quién?
Mosquito
La prima de don Juan.
Don Tello
¿Qué dices?
Mosquito
Como ahora es día,
la vi ella por ella expresa.
p. 178Don Tello
¿La condesa?
Mosquito
La condesa
condada, su señoría.
Don Tello
¡Válgame Dios!
Mosquito
Y a mí, y todo.
Don Tello
De gran empeño salí
estando don Juan allí.
Mosquito
Y yo no andaba en el lodo.
Beatriz
(Aparte a doña Inés, oculta).
Verás lo que se alborota.
Doña Inés
Pues ¿qué semejanza tiene
con los naipes que previene
la condesa?
Beatriz
Esa es la sota.
p. 179Doña Inés
¡Cielos! Yo mi desengaño
agradezco haber sabido.—
Don Tello
Mosquito, estoy aturdido
de un suceso tan extraño.
Pues ¿ella buscole a él,
o cómo allí llegó a estar?
Mosquito
(Aparte).
¡Cielos! ¿Cómo he de escapar
de aqueste viejo cruel,
que a dudas me ha de moler
y se aventura el enredo?
Mas solo librarme puedo
no dejándome entender.—
Yo, señor, al conocella
la vi que al zaguán entró,
y un pobre entonces llegó,
que no dio limosna ella.
El pobre pasó adelante,
don Diego vino tras él,
y repitiendo el papel
vino el pobre vergonzante.
Traía un vestido escaso
de color, y Dios me acuerde
que no era tal, sino verde.
p. 180Don Tello
¿Pues el vestido es del caso?
Mosquito
Habiendo el pobre salido,
vino la condesa luego,
y cuando vino don Diego,
vino porque había venido.
Don Tello
¿Quién había venido?
Mosquito
Él.
Don Tello
Luego ¿ella le fue a buscar?
Mosquito
No, señor, porque al entrar
ella entraba con aquel,
y el pobre, que entraba cuando
entraba él, no llegó.
Don Tello
Pues ¿quién era aquel que entró?
Mosquito
Eso es lo que voy contando.
Entró ella, y cuando entraba
entró el pobre, y fue don Diego,
p. 181y como entró con sosiego,
después de entrado, allí estaba.
Y de esto se quedó loco,
porque entraba muy esquivo.
Don Tello
No lo entiendo, ¡por Dios vivo!
Mosquito
(Aparte).
Pues eso, ni yo tampoco.
Doña Inés
Beatriz, ¿qué es lo que está hablando
Mosquito?
Beatriz
Los naipes son.
Doña Inés
Pues ¿qué es esta confusión?
Beatriz
¿No ves que está barajando?—
Don Tello
¿Quién a quién vino a buscar?
Mosquito
Luego, ¿no lo has entendido?
p. 182Don Tello
No, ni explicarte has sabido.
Mosquito
Pues vuélvotelo a explicar.
Él buscó a quien le buscaba,
porque ella buscando vino,
y buscando de camino
él buscó lo que allí estaba,
y el pobre que los buscó
no buscó duelos ajenos.
Don Tello
Agora lo entiendo menos.
Mosquito
Pues ¿qué culpa tengo yo?
Don Tello
Tú has de apurar mis enojos.
¿Qué dices?
Mosquito
¿Hay tal rigor?
¡Viven los cielos, señor,
que lo vi con estos ojos!
Don Tello
¿Qué es lo que viste?
Mosquito
Esta historia.
p. 183Don Tello
¿Qué historia? Que en tu torpeza
no tiene pies ni cabeza.
Mosquito
Pues no será pepitoria.
Don Tello
¿Sabes tú si él della es dueño,
o tiene empeño?
Mosquito
¿Hay tal? ¿Cómo?
Yo no soy su mayordomo.
¡Qué sé yo si tiene empeño!
Don Tello
Anda, vete, mentecato,
que eres un simple.
Mosquito
(Aparte).
Eso quiero.
Don Tello
¿Para qué apuro yo dudas
donde me avisa un ejemplo?
No hay honra puesta en mujer
segura de aquestos riesgos.
Y hoy, pues me le da este acaso,
lograr el aviso quiero
casando luego a mis hijas.
p. 184Doña Inés
Beatriz, aunque yo no entiendo
a Mosquito, el desengaño
he logrado de mis celos,
y en albricias, salgo a hablar
por ti a mi padre.
Beatriz
Eso espero.
Doña Inés
(Sale con Beatriz).
Padre y señor.
Don Tello
Inés mía,
¿quién viene contigo?
Doña Inés
El ruego
de Beatriz me ha condolido.
Por ella a pedirte vengo
que vuelvas a recibilla.
Don Tello
Si es tu gusto, ¿cómo puedo
negártelo? Quede en casa.
Sale don Diego, al paño.
Don Diego
A decir vengo resuelto
a mi tío que disponga
de mi prima, pues yo tengo
mejor boda en la condesa.
Doña Inés
Ya se logró tu deseo.
Agradécelo a mi padre.
Beatriz
Los pies mil veces te beso.
Don Tello
Ya tú quedas recibida,
y yo dello muy contento.
Mosquito
(Aparte, a Beatriz).
[15] Tropezar con una dificultad inesperada.
Beatriz
¿Qué es lo que dices?
p. 186Mosquito
Don Diego
está viendo esta función.
Beatriz
Saliose todo el puchero.
Don Tello
Inés, ven a prevenirte,
que ya todo está dispuesto,
y os habéis de desposar
luego que venga don Diego.
(Vase).
Doña Inés
¡Ay, de mí, Beatriz! ¿Qué dices?
Beatriz
(Aparte, a doña Inés).
Vete, señora, allá dentro,
que estoy en un gran conflito,
y estriba en él tu remedio.
Doña Inés
Sin vida voy a esperarte.
(Vase).
Beatriz, Mosquito; don Diego, al paño.
Beatriz
¡Villano, no hagas extremos
viendo mi resolución,
que con Amor no hay respetos!
Yo he de ser de su traición
testigo estando aquí dentro,
y aquí he de ver si a mis ojos
se atreve el falso a ofendellos.
Mosquito
(Aparte).
¡Jesús, qué bien la ha enhebrado!—
Señora, pues ¿tú haces eso?
¿Una mujer de tus prendas
se finge humilde en desprecio
de su honor y se acomoda
por criada de don Tello,
que puede ser tu lacayo?
Beatriz
El Amor dora los hierros.
Yo he de ver con esta industria
si se casa o no don Diego.
Don Diego
Señores, ¿qué es lo que escucho?
p. 188Mil cruces me estoy haciendo.
¡Y dirán que no me alabe!
Un testimonio de aquesto
tengo de enviar a Burgos.—
Mosquito
Y ¿qué ha de decir don Diego
si esto ve?
Beatriz
¿Qué ha de decir?
El alma, ¡viven los cielos!,
le he de sacar si se casa.
Déjame ya, o mi despecho
dará voces como loca.
Don Diego
(Sale).
Señora, oíd, deteneos.
Mosquito
¡Ay, señor, pues has venido,
mira qué locura ha hecho!
¡Témplala, que está hecha un tigre!
Beatriz
Y un basilisco, un veneno.
Aquí vengo a ver, ¡traidor!,
si se hace hoy el casamiento.
p. 189Don Diego
¿Qué casamiento? Pues yo,
¿no sabéis ya que soy vuestro?
Beatriz
No fío de eso, tirano.
Don Diego
Pues ¿de qué fiáis?
Beatriz
De mi incendio,
que ha de abrasar esta casa
si aquí ofendida me veo.
Don Diego
(Aparte).
Señores, ¿esto es encanto?
¿Mi talle es pacto secreto?—
Señora, pues ¿no advertís
que yo permitir no puedo
esto siendo vuestro esposo?
Beatriz
No hay que tratar; yo he de verlo.
Don Diego
¿Qué habéis de ver?
Beatriz
Si esta noche
te casas.
p. 190Don Diego
No temáis eso.
Beatriz
No puede un amor que es fino.
Don Diego
Pues ¿el lustre?
Beatriz
Todo es menos.
Don Diego
¿Y el decoro?
Beatriz
No hay decoro.
Don Diego
¡Por Dios, que volváis!
Beatriz
No quiero.
Sale don Tello.
Don Tello
¿Hola? ¿Qué voces son estas?
p. 191Mosquito
(Aparte, a don Diego).
Señor, por su honor te ruego
que disimules ahora.
Beatriz
Señor, el señor don Diego
de mi señora está hablando.
Don Tello
¿Qué habláis, sobrino? ¿Qué es esto?
Beatriz
Señor, me dice que diga...
Don Tello
¿Qué has de decir tú? ¡Esto es bueno!
Apenas te han recibido
¿y empiezas ya a hacer enredos?
Don Diego
(Aparte a Mosquito).
¿Y he de sufrir yo que trate
este vejezuelo clueco
a mi mujer deste modo?
Mosquito
¡Disimula, por San Pedro!—
Beatriz
Yo, señor, no enredo nada.
p. 192Don Tello
Entrate, loca, allá dentro.
Don Diego
(Aparte).
Tú lo eres, y tu alma,
y mientes como mal viejo.
Mosquito
Sufre, señor, que te pierdes.
Don Tello
¿No te vas?
Beatriz
Ya te obedezco.
Don Diego
¡Vive Dios!...
Beatriz
(Aparte, a don Diego).
¡Calla, cruel!
Don Diego
¿Qué dices?
Beatriz
Que ahora veremos
si te casas.
Don Diego
¿Eso dudas?
p. 193Beatriz
A oírlo voy.
Don Diego
Yo me huelgo.
Beatriz
Pues aquesta es la ocasión.
Don Diego
Aquí lo verás.
Don Tello
¿Qué es eso?
Beatriz
Hacer lo que me has mandado.
(Vase).
Don Tello
Llama a tus señoras luego.
Don Tello, don Diego, Mosquito.
Don Diego
(Aparte).
Más señora es ella que ellas,
lo que va de mí a un cochero.—
p. 194Don Tello
Sobrino, con vuestras cosas
estoy en tanto desvelo,
que hasta veros desposado
yo no he de tener sosiego.
Todo está ya prevenido,
y solo a vos os espero
por salir deste cuidado.
Don Diego
¿De tanto gusto es ser suegro
que a serlo os dais tanta priesa?
¿No es mejor, pues estáis viejo,
que lo dilatéis un poco
y os dure el oficio menos?
Don Tello
¿Qué es dilatarlo, o por qué?
Don Diego
Por unos días; que aquesto
no ha de ser cochite hervite;
que una boda no es buñuelo.
Don Tello
¿Qué días?
Don Diego
Cuatro o seis años;
que ello se hará, andando el tiempo.
p. 195Don Tello
¿Qué llamáis cuatro o seis años?
Ni una hora, ni un momento;
luego os habéis de casar.
Don Diego
Pues yo casarme no puedo.
Mosquito
(Aparte).
Acabose; esto dio lumbre.—
Don Tello
¿Qué decís, que no os entiendo?
Don Diego
Que no me puedo casar.
¿Lo entendéis agora?
Mosquito
Menos.
Don Tello
¿Por qué?
Don Diego
Porque soy casado.
Mosquito
Y yo soy testigo dello.
p. 196Don Tello
¿Vos casado?
Don Diego
In facie Ecclesiæ.
Don Tello
Pues ¿con quién?
Don Diego
Eso no puedo
decir, porque es un amigo.
Don Tello
Pues, villano, ¡vive el cielo!,
que en ti he de tomar venganza
de tan osado desprecio.
Mosquito
¡Ay, señores, que se matan!
Salen por una parte doña Inés y Leonor; por otra, don Juan y don Mendo.
Don Juan
¿Qué es esto, señor don Tello?
Don Mendo
Tío, ¿qué es esto?
p. 197Doña Inés
(Aparte, a Leonor).
¡Ay, Leonor,
que mi muerte estoy temiendo!—
Doña Leonor
Padre, ¿qué enojo os irrita?
Don Tello
Un agravio de don Diego,
que dice que está casado,
cuando yo darle prevengo
a mi hija por esposa.
Don Mendo
(Aparte).
Esto es que tomó el consejo
de doña Inés, y lo excusa
valiéndose deste medio;
mas yo en favor de don Juan
he de enmendar el empeño.—
Tío, aunque don Diego ha dicho
que está casado, no es cierto.
Él, después que vino, supo
que don Juan tenía intento
de pediros a mi prima;
y él ha sido tan discreto,
que lo calló, enamorado,
por veros en otro empeño.
Don Diego por él lo deja.
p. 198Don Diego
No lo dejo tal por eso,
sino porque estoy casado,
digo otra vez, y no puedo;
¿quiere usted que me encorocen?
Don Tello
Hagáislo o no por aquello.—
Don Juan, ¿es esto verdad?
Don Juan
Yo, señor, si la merezco,
no aspiro a mayor ventura
que la de ser hijo vuestro.
Don Tello
Yo me honro mucho con vos,
y el castigo más severo
deste necio es que la pierda.
Dadle a Inés la mano luego.
Don Juan
Con el alma y con mil vidas.
Doña Inés
Con otras tantas la aceto.
Don Tello
Vos, Mendo, dadla a Leonor.
Doña Leonor
Con gozo se la prevengo.
p. 199Don Diego
Pues ahora verán mi boda,
supuesto que esas se han hecho.
Mosquito
Antes se ha de ver la mía.
Señor, yo hago lo que veo;
Beatriz se casa conmigo.
Don Tello
Yo darla el dote prometo;
dila que salga acá fuera.
Mosquito
Señor, tened a don Diego,
porque no me descalabre;
que aquí se acaba el enredo.
¡Ah, Beatriz! Dame esa mano.
Beatriz, dichos.
Beatriz
(Sale).
Yo, aunque indigna, te la ofrezco.
Don Diego
¡Ah, pícaro! ¿A mi mujer
tienes tal atrevimiento?
p. 200Don Tello
¿Qué mujer?
Don Diego
Esta que veis
es mi mujer.
Don Tello
¡Bien, por cierto!
¿Y por aquesta criada
dejáis a mi hija?
Don Diego
¡Esto es bueno!
¿Qué criada? Que es condesa,
y se disfrazó de celos.—
Descubríos ya, señora.
Beatriz
Yo descubriros no puedo
más de que soy Beatricilla,
y vos el lindo don Diego.
Don Diego
Pues ¿cómo es esto?
Mosquito
Mamola.[16]
[16] ¡Te la pegué!
p. 201Don Diego
Villano, ¡viven los cielos!...
Mosquito
Aquí no hay a qué apelar;
que no lo sufriera el pueblo.
Don Diego
Pídase si quedo mal.
Mosquito
Y castigando este necio
a gusto de los oyentes,
aquí, con aplausos vuestros,
dichosamente el poeta
da fin al Lindo don Diego.
FIN
p. 203
Págs. | ||
Jornada | primera | 7 |
— | segunda | 66 |
— | tercera | 134 |